lunes, 10 de agosto de 2020

Buscando una calle

 ¿No puedo acordarme ni encontrar el libro donde lo cuentas, Valadés? Cómo vivía Ricardo Flores Magón, quiero decir, cuando joven, entre prostitutas, creo. Sería más o menos en 1893, cuando por segunda vez conoció la cárcel.

Hiciste un retrato buenísimo, según parecía, pues no tengo modo de saber. Tendré cuidado pues nos sobran los lugares comunes y no lo buscó a él, ¿o resulta inevitable con tran gran personaje?

Ando tras las calles y su gente, que le confirmaron el propósito. ¿Había alternativa, siendo quien era? ¿Ves, estoy a punto de demagogias?

Abriendo surco, se llaman los pequeños ensayos que escribió describiendo necesariamente "nuestras" miserias "nacionales", porque eso lo decidió. ¿De veras fue eso?

A pústulas hechas estas tierras, cualquiera con sensibilidad y formación andaba caminos libertarios en el siglo y después. Era una forma de gritar también por sí, seguro.

Perdí lo que buscaba, carajo. 

Generalidades copiadas a un trabajo al cual no citaré: había "epidemias de viruela, sarampión, tos ferina, escarlatina, peste, cólera e influenza; y endemias, como el paludismo que ejercía sus estragos en las regiones de clima tropical; la fiebre amarilla presente en las costas, sobre todo en las del golfo, pero en ocasiones también en las del Pacífico, y el tifo exantemático que afectaba al valle de México. También endémicas en todo el país fueron la tuberculosis, la diarrea, la enteritis, la neumonía y la bronquitis". Todo agravado por hambre y alcoholismo, "endémicos ellos mismos". 

Tampoco daré crédito a quienes publicaron algo sobre "Alojamientos Temporales" en esta gran capital, revisando al paso vecindades, jacales y cuántos tipos de desastrosas viviendas había. Tales y cuales descripciones podían referirse al siglo XXI, y los dicho estudiosos ni idean tienen y menos les importa, que vivir del pasado es lo suyo.     

Hay una caja al lado mío con fichas de archivos y periódicos sobre la huelga electricista en 1916. Sírveme y calla, casi le grito.

Gillermo Prieto te registró, sin duda, y en sus más sabrosas páginas. Y otros, incluidos viajeros y productos del exilio. Perteneces, creo, a la zona hoy menos adulterada de nuestro centro histórico.

¿Eso era al "Teopan, uno de los cuatro barrios fundacionales de México-Tenochtitlán"? Yo qué sé, sino soy museo.

Estoy allí porque Valadés y Ricardo Flores Magón me trajeron por una amorosa estampa. Tanto pobre hacinado y el revolucionario viviendo entre quienes todavía no se inventaban como Santas y Mariposas Equivocadas ni, mucho después con usticia y no, trabadoras sexuales, pues si eso eran cómo establecer cuánto así se sentían. 

¿Interesa que de allí saliera, según parece, el pueblo agarrando a cates a los gringos, con su Padre Lector y otros tribunos populares, cuando la intervención? 

Chale, ahora hago historia patria. Vuelta atrás, atrás, rapido. ¿Hacia el canto al movimiento obrero? Cuál purrún, luego del pésimo trato recibido al observarlo durante nuestra lucha armada. Tengan, perros: "Entre 1915 y 1916 estallaron decenas de huelgas a nivel nacional: maestros, choferes, panaderos y trabajadores del comercio en la Ciudad de México, petroleros de El Águila, trabajadores textileros, mineros de El Oro, tranviarios y electricistas en Guadalajara, trabajadores portuarios de Veracruz y Tampico, mineros y tipógrafos de Pachuca".

A mi lado la caja quejándose.

-Quedaste hace cuatro años, buey.

-Busco una calle, entiende.

-Pinche mamada. ¿Y para qué?

-No hagas preguntas incómodas.

Prostitutas vs abuso sexual, pareciera. ¿Y cómo tal desfiguro, que sin embargo...? Siquiera ellas controlan al cliente, hasta dónde éste no se pone loco, claro. Y entonces, desde luego, no en los neoliberales tiempos de crimen organizado secuestrándolas, controlando su trabajo hasta que las amortajan. 

La calle y sus ¿trabajadoras sexuales o prostitutas? Carlos Monsivaís descubre en las soldaderas zapatistas a quienes buscan vencer su invisibilidad y hacen no solo tareas de acompañamiento y espían por cuenta propia, toman el arma y así reproducen a aquellas que asaltando La Bastilla se retratan en Historia de dos ciudades como las más fieras combatientes -perdona, Juan pues no encuentre tu cita- y vuelven con los comuneros parisinos para por fin conquistar el lugar simbólico al cual tienen derecho.


Ahí están, ganándose el lugar.

Para mí se había descubierto en papeles ingratos y no menos significativos, como auxiliares "sirviendo" entre las tropas mexicanas que chocaron con los invasores estadounidenses de 1846-48.   

SIGUE 
  


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