sábado, 15 de enero de 2022

Mal nombrada

 Empezamos ella con un ¡Igualado! y yo un ¡Perfumada!, onda Elsa Cárdenas-Pedro Infante en Cuidado con el amor, que no tuvimos, ni el cuidado ni el amor.
¿Que me la comería si dejara? La noche de leer juntos en un genial antro, le dije que era la primera mujer en mi vida con quien me sentía en desventaja. No se trataba de la edad, pues otras jóvenes me acostumbraron al descaro. De conciencia de inferioridad iba el asunto.
A cambio nos igualó la risa, el respeto por las mutuas vidas y el cariño.
Se fue de viaje y puntual avisó, sabiendo cuánto el equilibrio de mi cabeza necesita su presencia virtual, así nos veamos las caras a ratos.
Está enamorada, creo, pues no hablamos del tema, y yo sigo entre el recuerdo de la Inesperada, los suspensos con la Imprecisable y cualquier fantasía a modo, hasta las que la involucran, sepan perdonarme, ustedes y ella.

De película, entonces, la cámara, el director, el staff, la mamá de ella, que la talonea (jjj), y mis nietos, venidos (párele, Tera, eh, que tienen nueve años, jjj) a apergollarse coristas de Chiquiladas, ni cómo la concentrancia, y luego el ¡Corte!, ya la chiflamos, jjj.
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Al día siguiente, dice uno cuando al escribir lo de aquí arriba llevaba cuatro horas en él, así supiera lo que no sabe el Luís    

Al dizque otro día, pues, chinguiñoso me encuentro con un nuevo desatino de la mentada (jjj), que esta vez musicalizo como ella espero quisiera (deje pasar los primeros compases: no encajan ((uuummm, jjj)) hasta el sax).

 "Los gallos se oyen ‘cantar’/ quién mierdas dijo que eso es cantar/ oigo a los gallos el aullido místico suave de lxs perrxs/ y me emputa la sobredosis de insomnio y las cuitas de mi alegría blasfema"

Corto el poema ahí, apenas comenzar, por no plagiarlo de alguna manera, pues el nombre de la Mal nombrada no es el de su cuenta en la red social. Como sea, después de leer eso no sé si me atreveré a saludarla al rato, mañana, durante el juicio final. Tenía razón: me siento en desventaja con ella, así alardee con mis juegos de palabras:
La Tera, ¿de casualidad tendrá acceso a una grabadora digital, porque no encuentro la mía (pa masturbarme la hallo rapidito, pero en tratándose de trabajo jjj)  
Mucha leidi, sí, mucha, para cualquiera, creo desde la primera vez de verla y pensar A esa no la dobla nadie, menos un hombre.  

La noche en que leímos juntos para otrxs, el antro no se le acabó hasta el amanecer, amansando bureles cuyo trapo no rojo sino negro y arriba de las rodillas atraía las embestidas. Cuando las cervezas en el refrigerador desaparecieron por su largo acto de magia, se echó a dormir sepa dónde, pues mendo -yo, para los nacos, jjj- para entonces con mi pijama de patitos retozaba en la cama. 
Ni idea sobre el momento en que la perderé de vista, quizás el domingo siguiente al miércoles en el cual estamos. Cuanta mujer encuentre por el camino de aquí hasta darlas (aprovéchese si quiere, Mal nombrada, que me puse profundo y los albures no me andan) la descubrirá, porque nunca nada se da en maceta, de unidad en unidad, y alguna milpa la produjo, seguro y en consecuencia vaya a calcular yo cuántas Aguamieles que rajan la garganta circulan por ahí.

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Las 8:46 pm y no se reporta. Que el paciente se le pira, acuérdese, guarra, porque no me va a decir que estuvo cortando margaritas... ¿o duerme, mi Tera, para que la noche rinda según debe y no haya más ese sol por el cual en odio vomita? Sólo acuérdese de que a los gallos les late donde la ouija.

 Por cierto, pídame permiso en delante: el dueño de la comba grande que tanto gusta a las brujas y a vuescencia, hermanas todas, pues no en balde lleva de emblema este son; que la noche al abandono, entonces, es de mi propiedad cuarenta y dos años antes de la caída de usted a este valle de kikirikis.

Su rabia y su coraje los topé en 1971 caminando por la calle, y en los años luego se convirtieron a mis ojos en rigurosas apariciones a la madrugada, una pulcata y un congal tras otro escupiendo los restos de hombres que venían por dulce y terminaban en el fondo de la taza sin revolver, pues ácidos los querían para que supieran, si me entiende usted. 
Se tiraron a la basura, la rabia y el coraje aquéllos. Los de usted díganme dónde firmo que no se los lleva el viento ni hoy ni cuando siga enrebozada para convertirse en la mujer con el bastón de los años que tanto quiere y así reencarna.

jueves, 13 de enero de 2022

Living, leaving Facebook

 Escrita en ¿2009?

El médico revisa los exámenes.
-No hay nada –dice y el paciente, como si lo supiera, más que preguntar responde:
-¿No?
-¿Sigue sin otros síntomas?
-Sí, pérdida completa de ubicación, disminución del peso a cero, y ya.
Repasa sus primeras notas el galeno.
-¿Por qué dejó en blanco el lugar de residencia?
-Pues… -duda sin atreverse a la verdad el alicaído hombre, y en el rostro sobre la bata blanca aparece una mirada de entendimiento.
-Ya veo: es usted de los que se mudó a Facebook City. ¿Recuerda el dicho No sólo de pan vive el hombre? Agréguele Tampoco de aire. Tenga cuidado, amigo. Esta vez es un empacho, la próxima consígase una carroza fúnebre.
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Para un pobre hombre como yo la droga virtual borra al mundo. Convertida en viento la tan poca cosa de carne y hueso se inventa hasta el delirio. Una mañana frente al espejo, horrorizada, muere. 
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A lo súbito recuerdo la película.
-¿Estaré repitiendo el papel? ¿Cambié de ciudad pa rematar a gusto?
Musga, júrame que en verdad eres morena y no güera y que tu segundo nombre no es Sera.
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El gallo se retrasa o adelanta y no coincide con el amanecer en el que el rosa arena de los muros recuerda la erisipela que le trajeron los años. Es el mism patio de las largas horas en el escritorio sirviéndome del solitario para escuchar música, de dieciocho meses atrás, cuando no sabía de la existencia de la ciudad ésa donde temo morir de espanto, ni de Blogilandía, la tierra ésta en la que digo copiar mi departamentito con su fantástica población.
Fue entonces que, en verdad a lo Ben Sanderson en la foto aquí arriba, mudé mis bártulos. De la noche a la mañana el solitario Idiota (Revelación) tuvo miles de amigos y amigas y una vitrina donde lucir. Burbujas de jabón eran, claro, y como pronto supe por Mía (Nuestros años felices), bastaba un soplido para romperlas -ah, esa historia con ella qué tan bien y mal contada está.
Luego vino la Niña Musga E=mc2, a quien los descendientes de El Proceso no dejan llegar todavía para que mis cincuenta y cinco metros cuadrados terminen por volverse locos.
No medía bien lo que mi adicción por naturaleza traería y el volver a los 17 se volvió un acto a solas entre cuadernos, documentos y grabadoras (El corrido de los tercos).
A la exacta manera de Ben, hoy apenas tengo fuerza para levantarme de la cama, el ya histórico verde de mi piel se hizo cetrino y la burrita-bírula duerme el sueño de los justos fuera de las diarias carreras tras la dosis de tabaco (Caprichos).
Del partir en dirección a mi cuna ni asomos tampoco (Tarea
). Razón tenía el médico.
De intuir lo que me esperaba en febrero de 2008 debí cancelar mi acceso a internet. A la Niña la habría encontrado de todas formas, milagrosa como es.
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-Doctor.
-¿Algún síntoma nuevo?
-Sí, vómito.
-Es la última señal, usted decide si continúa con la Masturbación.

martes, 11 de enero de 2022

Trainspotting

Nos encariñan los personajes de Trainspotting. 

Más bajo no puede llegarse, pareciera, y no es así. El Sr. de las armas basta para superarlo sobradamente. Caricaturiza la infamia y por tanto

está muy lejos de grandes cintas que hurgan en la basura profunda (ver al final de
Marshal Berman y...).

El joven yonky recuerda a su manera a "La soledad del corredor de larga distancia", una segunda novela llevada a la pantalla, más propicia para identificarnos.

Hace mucho alguien nos paseó por tugurios y terminamos viendo sexo en vivo. Iba una joven que adoraba el cine cuanto más ácido mejor. Aquello le pareció repugnante.

-Encuádralo -le aconsejaron.

Si era de celuloide lo apreciado, querían decir, maravilloso. En vivo, ¡vaya asco!

Por redes vuelan citas con likes a miles que encomian la soledad, las experiencias límite, etcétera. Si el joven corriendo rumbo a un baño inmundo atravesara twitter, digamos, lo echarían a patadas.

Bien sentenció Tolstói en versión meme; o sea, adornado por quien ni con diez líneas de coca le hará caso realmente:

   


domingo, 2 de enero de 2022

"Conclusión" de "La vejez"

“La vejez no es una conclusión necesaria de la existencia humana. (…) Un gran número de animales mueren, como las efímeras, después de reproducirse, sin pasar por un estadio degenerativo. Sin embargo, es una verdad empírica y universal que a partir de un cierto número de años el organismo humano sufre una involución. El proceso es inevitable. Al cabo de un cierto tiempo, conduce a una reducción en las actividades del individuo; muy a menudo, una disminución de las facultades mentales y un cambio de su actitud con respecto al mundo. (…)

Para que la vejez no sea una parodia ridícula de nuestra existencia, solo hay una solución, que es continuar persiguiendo fines que den sentido a nuestra vida: dedicación a individuos, comunidades, causas, trabajo social o político, intelectual, creador. Contrariamente a lo que aconsejan los moralistas, debemos desear mantener en la edad avanzada pasiones lo suficientemente fuertes como para que nos eviten volvernos sobre nosotros mismos. La vida conserva un valor siempre y cuando se lo dé a la de los demás, a través del amor, la amistad, la indignación, la compasión. Entonces sigue habiendo razones para actuar o hablar. A menudo se aconseja a las personas que preparen su vejez. Pero si se trata solo de reservar dinero, elegir el lugar en que se va a vivir la jubilación, tener aficiones, no habremos avanzado mucho cuando llegue el momento. Vale más no pensar demasiado en ella, sino vivir la vida humana lo suficientemente comprometida, lo suficientemente justificada como para seguir adhiriéndonos a ella incluso cuando se hayan perdido todas las ilusiones y se haya enfriado el ardor vital.

Estas posibilidades solo les son concedidas a un puñado de privilegiados: en los últimos años es cuando se amplía más profundamente la brecha entre ellos y la gran mayoría de los hombres. Comparándolos podremos responder a la pregunta formulada al principio de este libro: ¿Qué hay de inevitable en el declive de los individuos? ¿En qué medida es responsable la sociedad?

(…) La vejez denuncia el fracaso de toda nuestra civilización. El hombre por entero debe ser rehecho, todas las relaciones entre las personas deben recrearse si se quiere que la condición del anciano sea aceptable. Un hombre o una mujer no debería acercarse al final de su vida con las manos vacías y solitario. Si la cultura no fuera conocimiento inerte, adquirido de una vez por todas y luego olvidado, si fuera práctica y viva, si a través de ella el individuo tuviera una relación con su entorno que se lograría y renovaría a lo largo de los años, a cualquier edad sería un ciudadano activo, útil. Si no estuviera atomizado desde la infancia, cerrado y aislado entre otros átomos, si participara en una vida colectiva, tan diaria y esencial como su propia vida, nunca experimentaría el exilio. En ninguna parte, en ningún momento se han logrado tales condiciones. Los países socialistas, si se acercan un poco más que los países capitalistas, todavía están muy lejos de ellas.

En la sociedad ideal que acabo de evocar, se puede soñar con que la vejez no existiría por así decirlo. Como sucede en algunos casos privilegiados, el individuo, debilitado en secreto por la edad, pero no aparentemente disminuido, algún día sufriría de una enfermedad a la que no resistiría; moriría sin haber sufrido ninguna degradación. La edad postrera realmente se ajustaría a la definición dada por algunos ideólogos burgueses: un momento de la existencia diferente de la juventud y la madurez, pero que posee su propio equilibrio y deja abierta al individuo una amplia gama de posibilidades.

Estamos lejos de todo ello. La sociedad solo se preocupa por el individuo en la medida en que produce. Los jóvenes lo saben. Su ansiedad en el momento en que abordan la vida social es simétrica a la ansiedad de los ancianos cuando son excluidos de ella. En el intervalo, la rutina enmascara los problemas. El joven teme a esa máquina que va a atraparle, a veces intenta defenderse con adoquines; al anciano, rechazado por ella, agotado, desnudo, solo le quedan los ojos para llorar. Entre los dos gira la máquina, trituradora de hombres que se dejan triturar porque ni siquiera se imaginan poder escapar de ella. Cuando se ha entendido cuál es la condición de las personas mayores, no podemos contentarnos con exigir una política de vejez más generosa, un aumento de las pensiones, una vivienda saludable y un ocio organizado. Es todo el sistema lo que está en juego y la reivindicación solo puede ser radical: cambiar la vida”.

Simone de Beauvoir, La Vieillesse (1970), Gallimard, París, 2020, Conclusion, p. 755-761. https://es.scribd.com/document/219263011/Simone-de-Beauvoir-La-Vejez.

sábado, 1 de enero de 2022

De la locura por impotencia

 Para las y los privilegiados, aunque no sean muy inteligentes y hayan vivido a la deriva del momento entendiendo a medias a Monelle*, como yo, valen las palabras de Simone de Beauvoir que rematan:

"La vejez denuncia el fracaso de toda nuestra civilización. El hombre por entero debe ser rehecho, todas las relaciones entre las personas deben recrearse si se quiere que la condición del anciano sea aceptable. Un hombre o una mujer no debería acercarse al final de su vida con las manos vacías y solitario. Si la cultura no fuera conocimiento inerte, adquirido de una vez por todas y luego olvidado, si fuera práctica y viva, si a través de ella el individuo tuviera una relación con su entorno que se lograría y renovaría a lo largo de los años, a cualquier edad sería un ciudadano activo, útil. Si no estuviera atomizado desde la infancia, cerrado y aislado entre otros átomos, si participara en una vida colectiva, tan diaria y esencial como su propia vida, nunca experimentaría el exilio."**

La locura por impotencia es mal de la edad para quienes habiendo tenido suerte no encontramos salida a lo mucho que parece querer decirse o hacerse cuando llegan los últimos años, y se vuelve sobre nosotras y nosotros.

La exclusión social está acompañada entonces por una autogenerada al rebelarnos a golpes que contradicen nuestra historia, en esencia empática gracias, de vuelta, al privilegio originario.

Desquiciados, agresivos, amenazamos dar al traste con la cierta armonía que nos caracterizó. No hay peor derrota, consciente, vuelta martirio.

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Porque la civilización construida como dios o sabias palabras nos dieron a entender -llamémoslo Ahura Mazda, Yahveh... budismo, hinduismo, etcétera- u obligaron estas y aquellas circunstancias, devino en lo que no se soporta ya, hasta los favorecidos por buenos mensajes vivimos a golpes, sin conciliar el sueño con la vigilia, peleando entre actos, conciencias, inconscientes y vaya a precisarse cuánto más. Entonces quien pretenda ser armónico en términos cordiales, fallará por fuerza.

Solo Dostoievski, queda dicho, se propuso construir un personaje cuya bondad fuera químicamente pura: el Idiota. Sobra la aclaración de que no me autonombro así por ello. Y, con todo...

La casualidad trae esto:

No imagino más noble rostro en la vejez, ni leyenda tan adecuada a mis condiciones.

¿Cuándo se pierde la humanidad? ¿Una vez que solo hace sentido sobrevivir y los otros no importan? 

El enfermo terminal, así dure cien años gracias a avances en la medicina, acaba teniendo como único objetivo permanecer. Con frecuencia no percibe los terribles efectos que puede causar en familias cuyas existencias penden así de él, emocional, laboral, económicamente. No es raro que la responsabilidad sea de ellas, a veces hasta hacerlo soportar lo indecible, pues los mandatos sociales satanizan a quien no muere "cuando Dios manda", aun si se está reducido al "estado vegetal" -concepto ominoso para las plantas, vida por excelencia.

Se equivoca Camus, me parece, cuando dice: "No se puede vivir sin una razón". Hay modo y digno. Estar basta, disfrutando el maravilloso regalo que somos. Hasta el menor hálito basta, entonces. Con un requisito: no roer a nuestros semejantes.

No tengo señales de padecimiento grave, aunque quizá lo hay y no me entero, jeje. Físico, quiero decir. En cambio el alma está tocada por batallar contra fantasmas y no molinos de viento, según a veces quiere creer para justificarse.

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Llego al tema más delicado para mí, Uno, el hermano pequeño, a quien mamá nos reveló: nueve meses renaciendo cada día. 

Cuento en video un episodio. 

Observe, pues, Camus, porqué mi negativa a creerle. Si la colectividad entendiera... ¿verdad, doña Simone?

Cuánto deseo solo estar, a la manera de nuestro prodigio.      

 

* Marcel Show. El libro de Monelle. http://www.ignaciodarnaude.com/textos_diversos/Schwob,Libro%20de%20Monelle.pdf

 **"Conclusión" de "La vejez".