Parece absurdo comparar a Bugsy Siegal con Donal Trump. Aquél era guapo y simpáticamente carismático, a menos para quien no padeció sus primeros muchos años -Asesinos Asociados, llevaba por título la empresa cuya operación tuvo a cargo-, y despejó el futuro a los cárteles estadounidenses al crear Las Vegas. Luego no debieron embarrarse con sangre barata y así, según dicen, hoy para vender drogas en ese país se requieren no más que pandillas manejadas por las agencias públicas antinarcóticos. Los fabulosos montos obtenidos parecen seguir, entonces, un curso tan natural como las fichas en máquinas tragamonedas. Todo versión Barry Levinson, claro,
y no Puzzo-Coppola -búsqueselo entre los últimos muertos
El tipo me recuerda al todavía jefe de la Casa Blanca por sus innovaciones y un posible trágico final -Do you, yo?; si quizá será ahora cuando realmente triunfe, llevando al desastre a cuatrocientas cincuenta millones de personas; bueno, eso lo emparentaría también con el galán aquél.
Digo tonterías. Empecé con ellas al ver El padrino.
-¿No te gusta? ¡Qué bárbaro! -casi gritó mi cría mayor cuando se lo dije.
-Es que no consigo verla como cine y los personajes me resultan edulcorados. Y vaya que si algo aprecio del director es su percepción de la violencia y la miseria humana en otras películas. No logra el tono que Kubrick alcanzó aquí
u Oliver Stone con esta secuencia
Fue como Perfume de mujer estilo Al Pacino, que prueba cuán mal actúa cuando tiene como referencia a Gassman
Hasta Los Soprano se acercan mucho más al tono necesario en aquéllaYa no digamos Tarantino o Dogma 95
Pero yo venía aquí a hablar del Trumpetas y el ensayo que más me gusta
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