martes, 29 de diciembre de 2020

Cartas nunca escritas a Platónica


No podría dedicarle esa canción, señito, Platónica, madre, S, N o como quiera que la llame, ni ninguna otra relacionada con amor romántico. Va porque es ingenua.

Para identificarla a usted uso un dibujo que subió a su perfil alguna vez.

Tiene a quien querer y yo extraño como loco a mi Inesperada. Aun así hay más que juego en nuestros comentarios públicos y cuando por rara ocasión estamos a solas se acusa la conciencia producto de sus escritos a cuentagotas o borbotones, fotos y memorias de cosas hechas juntos con otros.
Jamás falto a nuestras citas en sueños, dijo animando el mal día para mí y hoy al compartirle colectivamente una canción aclara Nadie abandonó a nadie.
Esa noche hablándonos a través de la mesa me repetí Vaya mujerón. En verdad no sé si alguien observa tanto como yo, gracias al abismo entre edades, que impide cualquier tentación física.
Acuña el del nocturno por quien empecé a platonear era un imbécil egoísta, según bien gritoneo vuecencia al recordarlo. Y no por suicidarse. Nunca vio a quien aseguraba cantar. Le servía de pretexto nada más.
A ratos hago lo mismo, confieso. Hormonas son hormonas y tengo unas activísimas, jeje. ¿Y ahora aquí? Alimento lo que afuera nos activa.
SIGUE, PUES FUE LA PRIMERA CARTA, QUE INICIA UNA SERIE INTERMINABLE CUYO FINAL NO MARCARÁ MI MUERTE. PASIÓN PLATÓNICA ETERNA ESTA NUESTRA Y ASÍ CUANDO NO NOS ENCONTREMOS EN SUEÑOS SERÁ ALLÍ, DONDE EL TIEMPO CARECE DE SENTIDO.      

     

F:jJf-