martes, 5 de enero de 2021

Los nacidos para ganar y el hombre delgado

 -Los nacidos para ganar -dijo a solas los dos y aunque se refería a sí sentí la obligación de contestar:

-No soy inteligente.

Me miró extrañado. ¿Quién confesaba esas cosas?

Los pocos maestros lúcidos que encontré tenían un trato privilegiado hacia mí. ¿Cómo entenderlo? Les atraía, deduzco, cuán atento estaba a sus clases siendo bullicioso por naturaleza, motivo éste de otro comportamiento inexplicable: que Ana, la Princesita y tales y cuales hermosuras me procuraran por veinte minutos, veinte meses o para siempre, en el primer caso gracias a un rasgo, entonces, contradictorio: melancolía profunda. 

En resumen, antes o después descubrían todos al mero, terco sobreviviente.

Disculpen cavilaciones que no vienen a cuento nunca y menos ahora, cuando nos jugamos el futuro. Debe culparse a las pesadillas, a quienes doy gracias pues promoviendo proyectos prometedores vuelvo a crear confusión. 

-Regresa al sencillo rincón al cual perteneces -pienso. -El del hombre delgado y silencioso. Y no teclees más, carajo.


Hago los ejercicios que permiten prudente salud y limpio al paso mi humilde, armonioso departamento, escuchando al grupo perdido para la historia, en una de sus campiranas alegrías.
Por eso nuestra mutua adicción, Tic. Somos cositas a quien el otro no se ocultaría así le dieran Grammys o Nobeles, jeje.  

F:jJf-