martes, 9 de febrero de 2021

Vendimiario

Uno se construye varias veces frente al espejo propio y ajeno, hasta que resulta irreconocible. Justo entonces empieza a ser cierto.

No importa por donde vayamos nos acompaña la fotografía de un muchacho. Tiene dieciocho años, la piel mulata parece de aceite, los cabellos se le ensortijan y los brillantes ojos negros sonríen.

Al poco de recordar esta estampa que presidía el hogar de Mario el Jarocho, fui citado por la Corte de Medianoche (1).
Igualitito que en la obra cumbre del último gran poeta en lengua irlandesa, duermo plácidamente y el reclamo de una metálica voz me despierta:
-"¡Eh, tu, vago, ¿qué haces ahí cuando la más digna corte jamás reunida espera para juzgarte."
Claro, no estoy en el lomo de un río, a la manera del campesino en el poema, sino sobre la cama, y no es una monstruosa mujer de mirada sangriente quien amonesta, sino El Grillo, metro sesenta de altura, pecho echado pa lante y ojos de capulín.
-¡Comadre! -le digo harto contento de verlo luego de casi cuarenta años.
-No te hagas baboso y jálale.
-¿Y ora?
-Que nos juntamos pa darte con todo.
-¿A mí? -alcanzó a preguntar antes de que como en un sueño aparezcamos en un castillo cuyas troneras echan humo de fábrica.
Frente a nosotros el abuelo, Filiberto, uno de las muchachas que no murió en 1524, Bryan O´ Donnel, Artemio, la niña que perdió una pierna en un bombardeo, Felícitas, Malena, el propio Jarocho, en gigantescas representaciones se sentaban a una mesa en lo alto. 
En la multitud alrededor había muchos rostros conocidos y el resto tenía un impreciso aire familiar.
Acostumbrado a los escenarios con miles de protagonistas, el abuelo no necesitó forzar la voz para que se escuchara a través del eco profundo en el fantástico lugar. 
-Mira -dijo extendiendo la mano en un movimiento circular. -Te nos dimos, tan diversos en tiempo y espacio y tan íntimos como deseabas. Y has traicionado nuestra confianza. 
Prometo cumplir la tarea y recuerdo a Domingo embobándose con los recuerdos de una bronca toma de predios, para repentinamente, sin venir a cuento, pensaría uno, los ojos se le fueran quién sabe a dónde: 
-Todo fue por mi papá, que vendía pájaros en el mercado y no tenía un centavo y andaba cante y cante.
-0-
Luego se sumaron Hilla, púber nacida en el río Niger, quien como regalo y para ser su amante recibió León el Africano; Derzu Uzala, cazador solitario de los bosques siberianos que penetran China; los niños en la fotografía,
quienes aparecen en La lucha por América

y muchos más, llamando desde pasado y presente.

-Por ejemplo, el Ojitos:

Me había acostumbrado a andar bien avanzada la noche por el Santo Lugar y bajé del autobús en la contraesquina de la fábrica donde trabajaba Agustín, cuando salía el segundo turno. La sombra era gruesa y no supe de dónde saltó el mocoso de cuatro patas que me asustó con su ridículo ladrido. Debía tener dos meses de nacido y sus ingenuos ojos brillaban coronando el circo que hacía para conquistarme.
No se podía evitar sonreírle, ni que él malentendiera el gesto y me siguiera convencido de haber ganado al fin un hogar. Al fin, digo, pues parecía llevar buen rato así y entender ya que si luego de unos metros no había nuevos signos de amistad en el interfecto al paso, debía probar con el próximo, y se 
fue al cruzarnos con otro paisano.

No le hizo el mínimo caso el hombre, sin duda acostumbrado a escenas de ese tipo, y como volteé interesado en su suerte, regresó. Avanzando a la manera de dos buenos amigos expliqué la situación, le pareció una muestra indubitable de haber conseguido el objetivo y no paraba de dar brinquitos y ladridos eufóricos.
Pensaba llevármelo a la huelga pero alguien se me había adelantado un par de días, con no pocas protestas de los demás. En esas estábamos al bajar al arroyo en la esquina, cuando a unos metros un tráiler arrancó. Con dificultades el inexperto dio marcha atrás antes de irse al diablo.
Pasaron dos tensos minutos, volví al discurso que nuestro amigo desoía 
espantado por las enseñanzas recién recibidas sobre un lado hasta ahí desconocido del mundo al cual lo entregaron. Atravesó una pareja, la mujer se enterneció y con ellos reanduvo el camino.

Volví a lo mío y al poco Juan de Dios me pidió acompañarlo por un anafre, creo. El Ojitos continuaba en su búsqueda, ahora desesperada e inútil, pues para entonces la noche se había quedado a solas con los fantasmas.

Al olfatearnos echó a correr en dirección nuestra, pero íbamos por la banqueta contraria y los arrestos para repetir la experiencia de cruzar se le acabaron con el rugido de un horno que despertaba. Dio un giro enloquecido, la máquina cobró fuerza y salió de estampida.
La desesperación debió obnubilarlo, y nosotros de vuelta a la huelga, no estaba más en la misma acera sino en la de enfrente, donde la empacadora, presentándole su espectáculo al policía de la caseta, que en su infinita soledad lo festejaba. Sonó un claxon, el policía se levantó disparado para abrir la puerta y el auto que salió por ella casi le arrancó la cabeza al enano, quien de nuevo se dio a la carrera.
La mañana siguiente encontré a nuestro amigo una cuadra más allá. Seguramente de un puesto o de una bolsa con el almuerzo había caído lo necesario para llenar la pequeña panza, y se divertía con los paseantes. No iba más suplicando detrás de ellos, sino juego tras juego, de modo que en apariencia le había encontrado el gusto a la incertidumbre.
-Así es esto –debía decirse-, y no está mal. Un poco peligroso, pero entretenido.
Subí al camión con un par de compañeros, contagiado por su optimismo y su espíritu libertario.
Al terminar la tarea cuatro o cinco horas después lo descubrí desde la ventana, antes de apearnos. Era un montoncito de carne muerta al borde de la calzada.


De esa secuencia me interesa su ritmo y un diálogo:
"-¿Cuánto dices que dura el mañana?
"-¿La eternidad y un día?"
El mismo director escribió: "Todo es verdad y espera por la verdad".
  


-0-

Para nosotros este es el tourbe de vendimiario, nombre que caprichosa, amaneradamente doy al primer día, copiando a la Revolución Francesa.

Empieza así:

“A COMISIÓN PERMANTE DE SEGURIDAD DE LA SOCIEDAD DE LAS NACIONES GINEBRA.  AVIACIÓN FASCISTA ASESINA DIARIAMENTE MUJERES Y NIÑOS DESTRUYENDO PUEBLOS ENTEROS CON SU METRALLA PUNTO MUNDO CIVILIZADO DEBE INTERVENIR CESE TANTO CRIMEN PUNTO CASO CONTRARIO NO RESPONDO PUEDA PASAR CINCO MIL PRISIONEROS TENEMOS CÁRCELES ASTURIAS AUN CUANDO HAGO TODO LO POSIBLE ES DIFÍCIL CONTENER PUEBLO.”

Eso firmó mi abuelo cuando entre 1936 y 1938 dirigía una pequeña república semiautónoma en lucha, más que contra la España Negra fustigada por el poeta, para detener a Hitler y Musolinni.

Lo vemos aquí participando a su pueblo la protesta hecha.  

Murió en 1950 y cincuenta años después vino a vivir conmigo para cuidar el libro que escribía sobre aquellos asuntos. 

Hoy, cuando inicia la crisis civilizatoria que con suerte puede llevarnos a sociedades más solidarias, libres, equitativas, emprendemos juntos una aventura rumbo a pasado y presente, ayudando según nuestras fuerzas.

Tiene muy pocas pulgas ese mentor que trabajó en la minería y apenas protesto por cualquier cosa amenaza meterme dinamita en salva sea la parte.

Bromeo a ratos pues sin humor resultaría pesadísimo el encargo que nos dieron quienes no están más, conforme decía un gran tipo: Se lucha sobre todo a nombre de las y los de antes, muertos
combatiendo por 
justicia.

 

1492 

Iniciamos por ese año que el abuelo gusta llamar del Maléfico, para saltar después según se necesite.

Colón trepa a sus carabelas, pequeñas naves casi recién nacidas entre portugueses y gracias a los marinos que andan hace mucho el Mar del Norte, y no sabe quiénes operan la obra en secreto sin darse cuenta bien a bien de sus consecuencias. 

Simplifico extraordinariamente los hechos para un mejor entendimiento, porque nada es comprensible en la cristiandad latina o Europa centro occidental sin el papado y otros grandes agentes.

Cinco exactos siglos más tarde alguien escribiría en infame tono melodramático: "En tiempos muy antiguos existió un gigante guerrero, triunfante, dominador. Un día, fatigado, se detuvo. Aturdido,

torturado, fue dado por muerto, encadenado por múltiples amos (...) Entonces, el gigante fraguó su plan: recuperar sus fuerzas (...) y partir hacia la conquista del mundo (...) El gigante era Europa..."

-¿De qué hablas, buey? -pensé apenas leer a ese alguien que pronto codirigiría el Banco Central Europeo. -Tu guerrero nació poco a poco en los ocho siglos llamados medievales, y lo de gigante y dominador cuéntaselo a tu abuela, pues se echa al océano ahora porque no puede con el Islam, quien le cierra las puertas a China, esplendor de esplendores que todos procuran. Y corrieron con hartísima fortuna si pensamos en "América", continente inconcebible para ustedes

"De otra manera ni en jarras la magna obra. A cualquiera se le ocurre tomar un cálculo simplón sobre nuestra esfera terráquea. Era cuatro veces mayor, creo. Neta, no por nada Portugal echó a patadas al Almirante."    

En fin, eso y bastante más se permitirá su cultura para adulterar la visión de un mundo que depredará a ritmos escalofriantes para el mismísimo Angel Caído. 

-Espera, te pongo un mapa -sigo desproticando contra Monsieur Mentira, como deberían llamarlo.

-¿Sufriste mareos? Porque esa obra cartográfica tiene como eje china y no tu continente, como empezará a suceder unas décadas tras los viajes del aventurero genovés, alias don Cristóbal.

-Menudo truco. Desde ese momento y sin faltar minuto susurran al planeta: El centro de la tierra somos nosotros.

(Si quieren vean 1492 y ¿cuándo nació la decolonización?)

-0-

Puede comenzarse por otro lado:

El que en batita y apenas supo andar subió a la azotea de la cual no saldría nunca, haciéndose viejo revisa el espectáculo alrededor. Nada puede ser más asombroso que ese primer día en cuya dirección marcha y aun así se confunde.
Al fondo una caravana viaja en 1325 y cerca del pretil hace alto a principios de 1972 en el Santo Lugar, sin que los habitantes de una y otro perciban la mutua presencia.
En la espalda quien mira recibe una animosa palmada del abuelo, muerto sesenta años atrás.
-Vamos, que los bisnietos y tataranietos esperan para comer.
Dando vuelta el cielo se cae a pedazos en 1524, estalla una y otra vez y pareciera encontrar remanso en un río de carbón y las bocas a lo largo entre montañas.
Qué cosas digo: menos que nunca hubo quietud allí.
-0-
E y S, nietos, si acudo siempre al consejo de los sueños jamás lo hago con el de poetas, digo y miento, un poco, siquiera, pues hoy cito a uno:
"Allí donde otros exponen su obra yo sólo pretendo mostrar mi espíritu.
"Vivir no es otra cosa que arder en preguntas.
"No concibo la obra al margen de la vida."(1)
¿Valen para mí esas palabras? No tengo una obra sino miles de viñetas escritas desde niño. Agrupé las más significativas en cuadernos, empezando por éste, donde doy cuenta de los demás.
Todo lo dirijo al futuro de ustedes, a quienes no veo desde la marcha con mi abuelo, B, al río Níger luego convertido consecutivamente en el Magdalena, que corre entubado por nuestra ciudad, y el Abajo, cuyo curso conduce al "Sur, geografía profunda".
¿Les cuento algo en realidad y de manera mínimamente comprensible?



SIGUE

F:jJf-