domingo, 14 de febrero de 2021

1982, el arte de cómo crear una no-familia y algo más

 A ratos suelto la lengua sin atemperarla en letras. Es peligroso y no, pues obra siempre el aquí muy mentado dicho de Theo Angelopulus: "Todo es verdad y espera por la verdad".

Ese video debería acompañarlo algo más. Bueno, si se suma a lo escrito antes bajo título 1982 (Sí, 1982, El año es) y Tiempo de caminar en sus varias entregas, va completándose.

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En 2004 y por un encargo que todavía agradezco escribí Digna Ochoa. La muerte por tan igual. Cierto escalofriante -jeje- lío de faldas en la editorial volvió perdedizo el texto con cien grabaciones y documentos que lo sustentaban.

Hoy quieren publicarlo.

-¿Ves? Puedes ser muy productivo -dice una amiga.

-Lo hice dieciséis años atrás -contesto confundido.

-Pero hasta ahora lo mueves.

-Hablamos de un libro muerto. 

No responde, claro.

Esos ocho capítulos son tan actuales como el 1982 que pertenece a Ella, Él, el Nuevo, Juan, Toño, David, Manuel, Leopoldo, El santo lugar, las Coordinadoras y los sueños fracasados y no. 

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Los videitos que grabo tienen dos propósitos, o tres, ya no sé bien. Muy pocos quedan. Los otros suelen dejar algo. A veces basta una sola frase, como el último: Entre las vidas flacas lo que importa es la densidad. Con ella vino este video:


Según afirma, al genial director no le importa la historia sino en tanto pretexto. Muy su conciencia sino reivindica así al niño real cuya tragedia tomó prestada y que muestra cuánto grosor puede tener una existencia. Generalmente del pueblo, pues hacia arriba están las delgadas usufructuadas por clases medias. El resto no interesan para mi objetivo. 
SIGUE, A CACHITOS, DESDE LUEGO.
Soy tan ígnoro que vine a dar con Satie cuando para otros se había convertido en una peste.
La Tic regresó. ¿Por eso olvido grabar el religioso video? No. Ya apestan. 
   
     


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