viernes, 31 de diciembre de 2021

Abuelo

Recién muerto el dictador Francisco Franco fui a En 1976, cuando no quedaba del todo claro cómo se desharía España de la dictadura,
entré con mi hijo a la tienda a espaldas del departamento que recién rentábamos en Asturias, provincia norteña española.
Para el patrón éramos unos mexicanitos a secas, a quienes ganar como clientes imitando a Cantinflas, de modo que nuestra presencia no detuvo su charla con una vecina sobre la terrible herencia que BelarminoTomás, mi abuelo, dejó treinta y ocho años atrás.
Aquello resumía bien el dibujo que los franquistas provinciales había difundido sobre ese líder minero a quien el pueblo le encargó allí la gubernatura, durante la 

Guerra Civil, representación provincial de los males de la República, de los partidos y las orga
nizaciones obreras, a los cuales debió exterminar heroicamente por mandato de la patria y de Dios. 

Treinta años después escribí un libro sobre él, que sirviera al gobierno de la región para pronunciarse por terminar el silencio que se guardó para ocultar el pasado. Lo resumo aquí.