De madrugada publicó tres impulsivos comentarios en redes:
-AMLO es el PRI de los 70s, suele asegurarse. Le salen las cosas porque el viejo régimen sólo se readecúa. ¿Alguien tiene una oferta distinta?
-Si a algo se parece México en Latinoamérica es a Argentina, por continuidad histórica, piensa uno. Aquí es mucho más larga y profunda, porque hubo una Revolución de 1910.
-"No estaba muerto, andaba de parranda", escuché decir a alguien muy entendido refiriéndose al "nacionalismo revolucionario" que en 1988 encarna Cuauhtémoc Cárdenas. Aplíquese algo parecido al 2018 de AMLO. Apenas algo.
Mis fáciles palabras vienen por lo que se produce desde el informe gubernamental sobre la noche de Iguala (Un comunicado vil). Ayer aparecieron, entre otros, dos nuevos programas periodísticos del "periodismo militante".
Es impresionante el avance del caso que creíamos estancado como todos los demás donde la PGJ mete la mano.
-No se fijen en minucias -se diría piensa Obrador desde su triunfo electoral. -No nos interesa Peña Nieto, a quien respetuosamente llamo "licenciado". ¿Pacté con él? Si fuera así ¿qué importa?
"En cuanto a mi entrega a las fuerzas armadas -continuaría, si el razonamiento general vale-, tiene renvense billarísitico. Solo ellas pueden garantizar la continuidad del proyecto, si logramos "limpiarlo". Desaparecí al Estado Mayor Presidencial, ¿no?, y así hice a un lado a quien Cienfuegos propuso para su substitución.
-¿Que lo rescaté cuando Estados Unidos lo juzgaba? -seguiría. -Ahora está hundido, con al menos veinticuatro militares afectos a él, pues utilizo la Unidad Especial de la Fiscalía General de la República en relación a los normalistas desaparecidos.
1910-1921 no fue un juego: maderismo, delahuertazo, ejércitos campesinos y constitucionalistas, un millón de muertos. Sumémosle los quince agitados años a continuación, el sexenio cardenista y, por fin, el régimen institucional.
Hasta Salinas y sus neoliberales compadres desmontaron únicamente lo imprescindible.
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