martes, 30 de agosto de 2022

Sin alusiones personales

El setentón llega a casa sabiendo que le cortaron la luz. Ha estado así otras veces por omiso y no se preocupa, incluso hoy, cuando pagar su adeudo seguramente consumirá la quincena antes de tiempo y debe meterse en pequeños líos buscando un electricista que determine si alguien roba su corriente o pedir a la compañía una revisión del medidor. Con ésta ayer y anteayer intentó pagar y no pudo. Primero fueron los cajeros automáticos de dos sucursales sin servicio, luego, el propio adeudo, que mostró sumas ocultas, impagables de momento.

Entretanto escuchaba historias muy poco edificativas: falsos correos electrónicos que acusaban de robo a una joven y pudieron escribir vaya a saberse cuántos hombres y mujeres sin motivo preciso, etcétera.

Nada le sorprendía: eran el pan nuestro del país.

Última función y La pasión según FB y a ratos La ilusión viaje en tranvía y este propio Cuadernos contienen lo necesario para seguir el proceso que conduce aquí, miércoles 31, agosto 2022. Debería reunirlo todo para mostrar a un superviviente cuyo terco optimismo le permite mirar con buena cara al mundo. Lo hago y resulta https://belarultimafuncion.blogspot.com/2016/01/ultima-funcion-i.html.

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Llega la luz. ¿Ya todo bien? ¿Y la miseria humana? 

El mundo abunda en seres buenos, algunos, ejemplares, que pasan desapercibidos. Si tuviera ganas les contaría de una mujer vieja, pequeñita y con bastón, dirigiéndonos ayer a velocidad inimaginable por los intríngulis del paradero Indios Verdes como si fuera nuestra madre. O de otra parecida a ella en versión esquelética amonestándome cariñosamente por el tabaco que consumo, al extender hoy una cajetilla en su minúscula tienda. 

¿Ya no me basta con respirar, como aseguré apenas días atrás? No sé, digo tras una simplona gresca con la burocracia paleolítica. Es por el acumulado de décadas.

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En realidad sigo sin servicio y no responsabilizo por ello, o no del todo, a la empresa nacionalizada.

Los vecinos culpables completaron su obra dejándome sin agua cuando me bañaba, jeje, porque hacían arreglos y les tuvo sin cuidado quien por cinco años les prestó un cuarto a cambio de nada.

-Aplica el que Qué linda es la vecindad, del Chavo del Ocho -dice mi cría mayor. 

-En Polanco no roban luz sino departamentos -contesto recordando la razón de porqué llegué a estos, por lo demás, bonitos, quietos lares.

"¿Y qué me dices de la Condecci" -continúo recordando dónde vivía antes y él después?- Ah, aquélla solterona condómina que nos tranzaba al cobrar el gas, etc.

"O de la colonia elegante en provincia, donde los hijos de un famoso arquitecto roban grandes cachos de terreno a la descendencia de una antigua, gran amiga de su padre, hoy fallecida -usease, a ti y a tu hermano." 

"¿Y los presidentes nacionales de cien años y Enron y quienes venden criptomonedas?           

Regreso así a Dostoievsky. Hay allí unas frases: “El que se miente a sí mismo y escucha sus propias mentiras llega a no distinguir ninguna verdad ni en su fuero interno ni a su alrededor, deja de respetarse a sí mismo y de respetar a los otros”. ¿Las sigo? Sí y no, aunque los sueños y el día a día me ayuden (BUSCAR NOTAS DE SUEÑOS). 

Al fin tengo luz otra vez y mis vecinos aparecen ante nuestro privada como quienes son: aprovechados consuetudinarios que usufructúan cosas ajenas menores. Trabajan mucho, me consta, y aunque libran la pobreza sin problemas, no pueden salir de donde el destino los envió. Sus dos hijos, hembra y varón jóvenes, se empleaban por pocos pesos y la pandemia los envió al ejército laboral de reserva y ella está casada con un muchacho que creyó aspirar a algo mejor y siguió el mismo curso hasta terminar refugiándose aquí arrastrando a la pequeña criatura cuyo ensortijado cabello claro anunciaba promisorios tiempos por venir. 

Pusieron una tienda que intenta imponerse a las muy modestas cercanas y seguramente fracasará, como el negocio anterior, cuyos efectos terminaron en mi cuarto de azotea.

Así el padre tantea la posibilidad de volver a Canadá, como cada poco en treinta años, donde el frío le cala a tal grado que no lo libra ni con pródigas dosis de alcohol consumidas allí y al regreso, gastando su corpachón. 

Yo, con mesa servida, según recuerdo en las palabras a Ana, tengo con dejarme llevar sobre el alambre que escogí y así ahora, no importa cuánto apueste por un buen final, de nuevo recibo aplausos y ofertas. 

Eufórico, anoche en mis pequeñas redes compartí enlaces a los wikipedias de papá, mamá, el abuelo, y presumí también a las afortunadas crías y nietos. Puf.               


 

BORRADOR   

(Otra vez lo último va al principio.)

Este se convirtió, ya sin más, el diario de un superviviente. Se acusa mi don para observarme y observar alrededor y no puedo usarlo por escrúpulos sin los cuales resultaría la Fría, fría tierra a su manera también pudorosa que emplea nuestro cantautor, volviéndose melancolía y así algo agridulce, bello -ora, yo, pelea con no sé cuantos sujetos en seis líneas, jeje.

Es la segunda noche sin luz en casa y de madrugada el asunto tiene bemoles. Bueno, un poco hay, pues la vecina pasó una extensión.
¿Quién se colgó a mí corriente?, ¿ella o los de arriba, a quien presté el cuarto hace años y no quisieron dar ni centavos cuando el recibo llegó, tres veces más caro? ¿Culpo a la prudencia con que les pedí hacerse cargo?
-Ni modo -dije y cometiendo pequeños, previsibles errores, fui a pagar en un reposo del evento cuya vigilancia asumí como responsabilidad y que durará otros tres fallidos días.
Si dos áreas administrativas pelean y el sonido del foro que no estaba considerado vuelve casi inaudible el nuestro, ni si hubo erráticas participaciones, tendrá repercusión, pero mi dinero vuela sin revolver nada, jeje.
Hace rato no me sentía físicamente tan bien como hoy. La supervivencia manda, creo. ¿Cuánto más?
Bueno, es peccata muy minuta. La música, en cambio...
¿Y las mil cosas que vi entretanto?

Cónstese muy constadamente que jamás hago alusiones personales ni traigo aquí conductas ajenas para denunciarlas. Como todas y todos veo infamias alrededor y me insubordino, pero no callo de cara a cara, siquiera cuando trasponen con mucho los límites -hoy toca al pasguato Tal, jeje . 

Ayer hice comentarios públicos sobre cómo se me suelen acercar creyendo coquetearle a la fama o el poder. No eran referencias a nadie en concreto y hoy dos personas, una de ellas muy estimada, no están más entre mis contactos.

¿Cuándo el río suena...? Imposible saber. 

En cualquier caso, allá ellas, pues tengo suficiente con estar sin luz por exceso de pago. Bueno, eso para la empresa que da el servicio, pues los vecinos tuvieron a bien pasarme corriente. Podría haberlo solucionado si aquélla no mintiera presumiendo falso servicio de veinticuatro horas en cajeros automáticos. 

Menuda caminata hice a medianoche, sin dramas, porque nunca más decairá el ánimo. Salvé tres años del "Mañana acabo con mi vida". Pasado sí, lo haré, porque el deterioro no se esquiva para siempre. Entretanto cultivo grillos que otros matarían, para gozar veladas campiranas en casa, y sigo conviviendo con el ratón cuyo fin daría grima.

En fin, marcho para un buen baño entre tinieblas. Trabajar divertidamente es un privilegio. ¿Cierto, Tic?

Sonríe la damita, esta vez con ojos abrillantados, por la pantalla, conforme acostumbramos.