miércoles, 30 de septiembre de 2020

Más sobre el año que cada vez debe ser: ¿2003?, y otras cosillas

 

¿Kubrick se equivocó alegóricamente? Porque no es 2001 sino este 2003 cuando el transbordador Columbia vuela en mil pedazos al regresar a la atmósfera terrestre con siete tripulantes. ¿Nuestra especie muere entonces para resucitar nueva gracias al cosmos?

Sir Stanley no sabe si reír o llorar por mi estupidez. En cualquier caso ha pasado la fecha que escogió por poderosas razones simbólicas. Milenio es milenio, su primera edición debió traer el apocalipsis y dejó con un palmo de narices al cristianismo, y este segundo tendría que haberle cumplido. Bueno, quizá lo hace tres años más tarde, por el ataque a las Torres Gemelas y su correlato, llamado Guerra de Irak, lanzando al abismo lo que parecía culminar triunfalmente. 

¿No murió ahí el stablishment imperial luego vencido por un loco a conveniencia, que en 2020 promete evitar su regreso trayendo a cuento las fraudulentas elecciones cuyo resultado empoderó a quien le sirvió de adelanto?

Tras esta entre naif y demencial introducción, voy al tema, que no sé cual es, de tantos que cada día trae. Si bien el año sigue gritando pues seis países decodifican conjuntamente el genoma humano, los grupos VIP creen garantizar inmortalidad para sus miembros y a cambio la biociencia se sabe capaz de develarnos grandes misterios.

Usamos ya esta hollywoodense película, ¿recuerdan?


Olvidé por qué quiero traerla ahora, si con Odisea 2001 y Bush hijo está dicho todo. En fin, el infierno tiene círculos, Dante olvidó los planos y nosotros habitamos México, donde para este momento Rosario Robles está condenada, sin marcha atrás, y no debería preocuparnos pues en 1982 terminó el sueño y sin embargo hubo 1994 y, Subcomandantes a un lado, por primera vez nuestro siglo XX escucha: hay país pro
fundo y también indígenas a
secas.

Las puertas se abren, creo, y por ellas entran al mismo tiempo los movimientos feministas, no importa cuán desconcertadamente, si tal fuera el caso.

¿Cómo marchan para entonces las "narrativas decolonizadoras"? Imposible precisar para quien pierde a Ana y no le quedan maquilas refugio pues en verdad el Ángel Caído anda sus tierras.

Fj:Jf


martes, 29 de septiembre de 2020

Tragaluz "revisitado"

 Revisitado, como la autopista del Mr., mi tragaluz resulta hoy dos tantos glorioso, pues realmente mira.

Presumo las puertas de alto y medio, los libreros que un fino artesano hizo en lo que luego convertiría en segunda habitación y cuanto mueble arrastré hasta aquí tras cuidadoso escrutinio. Adoro así el aroma a materia noble por donde quiera en los cincuenta metros cuadrados cuyo remate domina una anchurosa azotea de primera planta, para quien pueda percibirlos, desde luego, bajo la peste a tabaco. De espejos y lámparas no hablo porque

descubriría el truco para sentirme hermoso, sesentón si acaso, ni de colchones para futón y sabanas de lino con trescientos hilos, regalo para mi único matrimonio, simbólico y fracasado gracias a Santa Utopía, ¿o no, Niña que entonces pudiste ser madre?

Pero nada iguala al tragaluz casi recién colocado y su ventanita relevando la historia de nuestra privada, según llaman a las vecindades al volverse condominio.

Despierto e inclino la cabeza un poco hacia atrás para alcanzar el cielo si salto dos pisos de ruinosas paredes, una roída cortina que lavaron por última vez en 1950, calculo, y como tuberculosas toses de quien no fumo jamás y se alimentó magramente cuando niño. Imposible no recordar entonces la furiosa lucha de mi vecina al costado por una propiedad que robó a su legítima heredera y coloca cartones sobre vidrios rotos probando cuan exiguas son las ganancia de esa falsa promesa para prosperar vendida al narcomenudeo por altos funcionarios públicos y noticieros.  

Oasis, mi departamentito no oculta al país que ahora tengo a la vista apenas abro los ojos gracias al por lo demás en verdad hermoso tragaluz, fresca, única bocanada de un espacio donde remata el patio general.   

Fj:Jf

sábado, 26 de septiembre de 2020

1959

Te busco cuando niña, Felícitas, no sé dónde ubicarte y si lo hiciera sería como un ciego sordo sin piel. Vives en eso que algunos estúpidamente llamamos campo y es irrepetible a cada paso que se da por el vasto altiplano irregular, no preciso cuantas llanuras costeras (veo seis, ¿tú crees?), dos grandes sierras, un nudo volcánico anudándolas y el para mí galimatías de las montañas al sur. Vagas noticias tuyas me hacen mirar hacia éstas en sus cercanías y perdido entre tan largo panorama voy hacia oriente, donde estoy lejos de mi mayor tentación y conozco lo poco necesario para atreverme. 

La falda donde quiero dar contigo entre quebradas remata en un modesto valle, bajo nieblas casi perpetuas. Juegas en la cascada, permite que imagine sin derecho porque cumples muchas tareas, como tus hermanas, conforme cuentas tendiendo ropa en mi azotea. 

Yo tenía doce años entonces, así que andabas por los dieciséis y dibujarte pequeña cuesta trabajo, fuera de la espesa cabellera, negra, claro, corriendo espalda abajo y esa mirada quieta y alegre cuyas enseñanzas no olvidaría, aunque sigo sin descifrarlas. 

Permite que te cuente de María, quien en esos días hace el viaje mal traducido por mí:

¿Eran los constantes, a veces súbitos cambios de paisaje, lo que le estrechaba el corazón a María, haciéndola sentir que andaba en un caos donde el mundo perdía cualquier sentido? ¿Era eso o la vista de ciudades y pueblos a la carrera, a ratos más y a ratos menos, pero siempre, extraños; el ir y venir sin pausa de autos y camiones, el reciclarse en cada parada de los pasajeros de su propio autobús, que hablaban y vestían de manera cada vez más rara y variada? ¿O era sólo el paso de las horas y la conciencia de la rapidez con la cual se apartaba de cuanto había conocido en sus veintinueve años de vida?
Hasta donde tenía noticia, sólo un tío y un par de primos, entre su treintena de parientes vivos y los incontables otros de generaciones previas, habían ido tan lejos. Si conociera el mar y supiera de los grandes barcos, la impresión que le producían esos tres aventureros de la familia, habría sido la de quienes volvieron de la inmensidad sin término y habían contemplado lo que ni siquiera podía imaginarse –lugares donde la hierba no se pintaba de verde o no había nubes o el sonido era hueco, o los animales, monstruos.
Y ahora ella estaba en el autobús cuya violenta carrera le daba pavor, andando sobre aquello. Sobre aquello para el resto de la vida, según había decido su hombre al rematar hasta el último efecto de su propiedad.
María no había dicho palabra para detenerlo, porque ni podía ni quería. Sí, lo mejor era irse y probar cuán cierto resultaba que podían librarse de la enfermedad, el ahogo, los palos, la usura, los manoseos y muchas otras desagradables cosas, del señor de los medieros, su compadre el jefe político, el dueño de la tienda, el cura párroco en sus visitas al pueblo; del río saliéndose de madre, arrastrando todo a su paso, y de los horrores de la propia familia: las borracheras del padre y el esposo terminando a golpes contra ellas  o al descampado, hechos un desastre de vómitos y tierra mezclados. Y de asuntos más delicados, de los cuales no hablaría nunca a nadie.             
¿Podría darse a entender en el lugar al que iban?, se preguntó. Hilaba las palabras con facilidad y al sentirse en confianza no faltaba quien se burlara de ella por su tanta apresurada plática. Pero por lo común guardaba silencio, sabiendo que más de uno frunciría el ceño al escucharla, sin entender la mitad de lo que salía de su boca. Era consciente de cómo con los años su habla fue siendo aun más enredada que el champurrado de su infancia, cuando pensaba en otomí y hablaba en castilla, de acuerdo a lo que mandaban los tiempos, decía su madre, quien intelegía algo del idioma oficial del país y no lo usaba sino en lo absolutamente indispensable, en general con monosílabos: “Esto”, “aquello”, “sí”, “no”, “¿cuánto?”
En el autobús el hijo pequeño iba en su regazo, la niña sentada al lado y el esposo y Elías en los asientos de adelante, a un costado, a los cuales se asomaba cada poco para constatar su presencia. A ellos se reducía su familia, de una vez y para siempre, puesto que había resuelto darse maña para no tener más crías. Eso y decisiones parecidas, que la volvían desconfiable en el pueblo, le habían ayudado a aceptar la voluntad de su señor de partir. De partir a pesar del dolor por dejar a la madre y las hermanas, al cielo borrascoso de sus montañas, al espeso verde de mil tonos que llenaba sus ojos desde el primer día; al río y el arroyo, los pájaros y la milpa; a los burros y hasta las gallinas, puercos, vacas, y los borregos a los cuales odiaba por cuánta daba cuidarlos.
Seguía agarrada fuerte a los brazos del asiento cuando el esposo volteó para señalar hacia un costado, diciéndole que aquello sería su hogar, y vio por la ventana al paso unas  fumarolas grises y densas elevándose hacia el cielo. Al lado de una ellas encontraría trabajo su muchacho, Elías, y un poco más allá con los años levantarían una casa.

1959, Felicitas, y este recuerdo apesta por no haber encontrado de inicio a una entre las niñas, muchachitas y mujeres a millones que son violadas durante el año, sobre todo en zonas urbanas cuyo crecimiento es demencial visto desde cualquier generación anterior. 

¿Cuántas confía el presidente en turno que sean educadas como se debe para mejor abusar de tíos, padrastros, padrinos, primos, padres, vecinos, novios, esposos? En mi gran capital, por ejemplo, donde preparan el nacimiento de Ciudad Netzahualcóyotl.   

Aquí la vivísima noche posrevolucionaria desapareció como parte del proyecto para manejarnos con mayor facilidad, hasta nuestra época dorada cinematográfica muere y si Los Panchos continúan cumpliendo su papel al impulso del Sr. Azcárraga, pues cantan a amores imposibles o insatisfechos por culpa de Perjuras, tampoco son ya quienes merecían grandes aplausos.

Entre rudas represiones al sindicalismo democrático, asesinatos traidores al estilo de los que pronto sufrirán Rubén Jaramillo y su familia, el elegante López Mateos pregunta cada mañana “¿Qué me toca hoy? ¿Viejas o viajes?”, y Tata Lázaro "Sin Mácula" sale del clóset para fundar el Movimiento de Liberación Nacional, animado por la revolución cubana.

Génaro Vázquez se vuelve quien precisa el pueblo guerrerense y desde una ranchería zacatecana Fidel Campero hace una incursión inaugural a Estados Unidos como bracero, para repetirla insistentemente y luego juntarse con Elias, el hijo de la María indígena trasterrada, y a su manera asaltar también el cielo.

La Negra anda por tu misma edad, hermana adoptiva llamada sirvienta, y pare ya, me parece, en Alvarado, Veracruz, tierra de deslenguados, como ella y su Mario prueban. Es niño el recién nacido y lo consentirán por cuán bueno les saldrá para los estudios, hasta que muera con diploma en mano, pues no hay senador sin pistola ni celos que aguanten disparar tras una simple admirativa mirada a la amante ¿primera o décima?        


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"La soledad del corredor de larga distancia"

Smith es un joven de barrio obrero londinense a quien no rendirán nunca. Patearlo, ofrecerle canonjías y gloria no hacen sino que aprecie cada vez más una soledad gracias a la cual conoce dulzuras inimaginables para los destinados a cargar sobre sus lomos aridez solo aliviada por cerveza y humillaciones a mujeres, perros callejeros, hijos. 

El suyo fue uno de esos pocos cantos que escucharon generaciones que debían agradecer grises techos seguros, derecho al voto, pensiones para irse en paz y apenas dos años de cazar asiáticos o cualquier otra criatura colonial y no los plazos sin tiempo ordenados a sus padres y abuelos. 

De nacer algo más tarde vaya a saberse si hubiera terminado componiendo, digamos, The Wall.  

Otros contemporáneos nos encontraríamos también en él, de escuchar con atención antiquísimos reclamos.

Chale cuando me preguntan hoy ¿por qué? 
  

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martes, 22 de septiembre de 2020

Entregas o Cortes de caja

Tras esto a continuación, meses atrás hice una entrega en forma de paginita fb para treinta ocho medio individuos e individuas, pues ni a eso llegan, cabrones y cabronas a quienes nunca veo por aquí.

Cuando Abrazos y yo insensatamente jugamos al amor y no según se debía, despidiéndonos a patadas me llamó imprevisible. -No, soy translúcido y eso te confunde -respondí

-¿Estás de acuerdo conmigo? -le pregunto ahora y sin duda contestará que sí, créalo o no, pues a veces entre hermanitos viene bien mentir.

Hagan otro tanto las y los demás, ¿sí? 


Como personaje de mí mismo a los sesenta años comencé unos cuadernos, como llamo a estos blogs. Tocaban muchos temas, personales, históricos, relacionados con la lucha social donde quiera que fuera. Se dirigían a nietos reales y adoptivos y cuando el hambre tocó a mi imprevisora puerta fue lo único para vender. 
Buscaba cómo, llegó la crisis civilizatoria y tuve un motivo extra. 
-Cambiemos al mundo -dije al abuelo muerto en 1950. 
Siendo quien fue respondió inmediatamente: 
-¡A las armas, compañeros!
-Espera un poco -lo aquieté. -Planeémoslo.
Tras el diálogo me encerré largos días para ordenar un trabajo enormemente disperso. He aquí sus productos.
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Volvamos al 22 de septiembre, 2020. 
¿Por qué abrí luego un mini canal Youtube, sabiendo que terminaría rogándoles para solo subscribirse pues no lo verían? Apostaba por el total descaro. Era la única alternativa sino quería solicitar una moneda a cambio de choros mareadores con los cuales otra vez me volvería el Mero, ahora sin Metro, seguro, si consideramos el nuevo tratamiento que dan al ambulantaje en vagones y paraderos.
Amo a esa representación que entonces no llamaba impúdica porque nadie iría con el chisme a crías y nietos reales. Hoy será imposible evitar las candilejas, me temo y deseo a un tiempo en tanto estamos arriesgándolo todo como especie y viene bien airearlo en uno mismo.
Cuán buenos motivos tenía la Tic al prepararle a su N el inusual destino que le serviría ya si hubiera necesidad.


     

domingo, 20 de septiembre de 2020

La izquierda electoral mexicana cronicada desde su nacimiento por una interpósita persona

No sirve para citas académicas, jeje, pues soy apenas un compañero de viaje de los nombrados. 

Nunca fui filozapatista y reconozco: sin el levantamiento del EZ en los noventa habríamos muerto de pena.

Seis años antes contemplé con azoro como lo encabezado por Cuahtémoc Cárdenas se volvió una plaga. Era logro de la desesperación y el aparato

priista que recordaba sus orígenes cardenistas o respondía al clientelaje posterior.

Conocía más o menos bien a la izquierda real, sus virtudes y terribles defectos, y a esa trampa para entonces llamada Ferrocarril.

Como muchos sin dónde hacer, me emocioné con las elecciones y los mítines de desusado volumen y tono y junto a ellos y ellas menté madres al Inge por no tener pantalones para llevarnos a una desastrosa confrontación.

Por burlarme fui al primer acto del PRD en una capital del interior y quedé patitieso: todo lo mejor estaba allí. Dudé hasta que meses más tarde los luego llamados Chuchos hicieron la criba aliados con el poder regional, hasta quedarse sin nada digno.

Con todo, asistí a las concentraciones prelectorales perredistas y voté amarillo. Era una forma de agitar el triste cotarro mientras Salinas sabía vender un semifalso "los llevarémos al primer mundo". 

Semi, aclaro, pues ciertamente aparecerían clases medias hechizas, con auto, ropita de marca que la revolución tecnológica volvía accesible; cuanto posmoderno electrodoméstico cabía en una casita de falsas apariencias, muros tan flacos como el papel e hijos cuyas orondas licenciaturas serían compensadas con sueldos basura.

Perseguiéndome la desgracia económica, en 1997 entré al primer gobierno de izquierda que conocía este país y para mi asombro vi producirse grandes avances traídos por el movimiento urbano popular y en materia de género y relaciones laborales.

-¡Sí pueden hacerse nada despreciables cosas! -me dije, y traté de contagiar con la idea a académicos y trabajadores independientes que conocía.

López Obrador avisó llegaría deshaciendo logros sustantivos, porque no hay asalariados, solo pobres, y odiaba la perspectiva de género como buen conservador que durante su gestión evitaría pasaran iniciativas sobre el aborto y los matrimonios de connivencia, haciendo guiños a empresarios y clases medias prósperas con Segundos Pisos cuyo absurdo le probaban los urbanistas que tenía como asesores

Verdad, parece haber intentado que las tribus partidarias desaparecieran ante un poder institucional paralelo; confrontó a los especuladores mimados por el régimen y escuchó juiciosos consejos sobre jóvenes y adultos mayores. Eso casaba con su nacionalismo revolucionario refuncionalizado, mientras en dos tercios o más el nuevo México votaba fielmente PRI-PAN y solo Guerrero y Chiapas se agregaban al DF y eran traicionados.

En 2002 un amigo me sumó a lo factible: acabar con el peor tribalismo amarillo, que frivolidades de un coequipero de Rosario Robles echó por la borda, mientras ella, gran promesa para dirigir al país, perdía jugando en ligas mayores y no tras el amor, según gustaron creer algunos.

Desde luego aboné al descontento por un desafuero en que quien menos contaba era el ya descarado en sus sueños mesíánicos.Y estuve donde miles y miles, incluidas organizaciones campesinas y sindicales, parecían dispuestos a cuanto fuera. Se pasarían los Malditos que le gritonearon por contener el enojo con un campamento extendido falsamente gracias a las instancias gubernamentales defeñas.

Luego asistí de oídas al cómo suplía con incondicionales a las organizaciones sociales y llanas ciudadanías, para darle forma al impulso surgido y sacudirse sin más al perredismo. 

Siempre por azar asistí a la primeras reuniones oficiales para formar Morena en nuestra gran capital. Seríamos ochenta y ganamos a los convocantes dos medulares puntos: congregar a la ciudad real, sin artificiosa separación DF-zona conurbada, y organización por barrios o colonias y sectorial y no en torno a distritos electorales.

En la siguiente asamblea citada nos encontramos con una presunta intermedia, a que no nos llamaron y cuyas decisiones echaron por tierra las primeras -jeje al infinito.

Continúe un poquito más por ver si por abajo podía hacerse algo. Asignado en la Miguel Hidalgo -una especie de Siberia -me topé con pequeñas, sinceras bases que de inmediato debieron someterse a quienes tenían infraestructura: locales, equipos de transporte y sonido, imprentas.

-Si tienen tele, ahí se ven -pensé copiando no al "payaso tenebroso" sino el dicho originario. 

Jamás solicité, ni por fortuna me pidieron, credencial. 




jueves, 17 de septiembre de 2020

Una noche de entrevistas o "Yo no estuve en Hiroshima"

 Si el sueño murió en 1982, a nuestro monstruo le tomaría seis años más mutar. 

-"No estuviste en Hiroshima" -me dan ganas de decir, como la gran película aquélla, y tal vez fue así aunque andaba donde todo mundo, desde un rincón llamado México.

Anoche tocaron tres entrevistas:




Las dos primeras abundan en lo que sabíamos nos pasmaría al conocer a detalle. Esta última no fue sorpresa para mí pues tales y cuales circunstancias permitieron que de tanto asomara a Morena y sus antecesores desde una posición privilegiada. El periodista que reúne a los cuatro actores en diversa manera rebasados, no tiene cómo disparar debidamente, porque fiel al gremio vivió a sana personal distancia cuanto sucedía en cualquier materia.
-Hay que comprar la mejor casa posible, los hijos tendrán escuelas privadas tan caras como haya forma y por ello no arriesgaré sino lo que según el caso permita parezca decente o me involucre en cuanto callaré no importa si todos se dan cuenta, crimen organizado incluso, claro, siguiendo la máxima nacional para público uso: De no colaborar recibiré certeras balas o un tajo con cuchillo especializado en cuellos insurgentes o para safaris por África.
Perdonen que el dedo flamígero subraye a quienes quedan ocultos tras nuestro record mundial en asesinatos a informadores de la verdad, quizás también emboscados tras el prestigio como modernos Juanes y Juanas Escutias, rocambolescamente exiliados porque, cierto, pegan donde es más rentable y ganan el odio de la chiquillada mafiosa. Se llama a destapar cañerías y ellos y ellas no solo siguen permaneciendo incólumes: en chico rato pueden escribir sus nombres entre los hombres y mujeres que nos dieron patria.
Como sea, al parecer no anduve en Hiroshima y hasta estoy a punto de enrolarme con los chairos, siguiendo a Gatell y sus compañeros y compañeras, y el juicio a Lozoya si bien de la impresión de entrar en suspenso por un ataque quirúrgico a AMLO con bombas caseras.
 



martes, 15 de septiembre de 2020

Fue todo tan rápido

Intenté algo más o menos extremo. Sirvió como liberación, ayudando a entender. Antes esta nota quedó a medio hacer -sino la llamo viñeta algo anda mal y los pretextos no sirven ya.

Te pido que mires la foto y aguardes pues debo saber cómo anda el día de nuestra especie.

Siempre llego atrasado. Hoy es Bielorusia, donde apenas ayer me enteré resisten al monstruo según pueden, aunque tal vez lo hacen para guardar al anterior, producto de un sueño materializado al que bastaron diez minutos para volver pesadilla, si bien, ciertamente, el cadáver de Jacobo Fugger se pudría en las calles.  

Sin duda Buenaventura me corregiría, mostrando esas nuevas narrativas creadas tras la Revolución de los claveles en muchos sitios por el mundo y no solo gracias a ella, desde luego. 

Yo andaba entonces en mi Santo Lugar consciente del modestísimo, insustituible papel que tenían Agustín y su madre, la Negra y el arocho, Simón, nuestro Sabio Analfabeta y, en préstamo, Cristina y aquella compañera de Medalla de Oro cuyo nombre olvido. Lo hacía plantándome ante los dos mil quinientos trabajadores y trabajadoras dispuestos a cobrarse la ofensa. Imitaba al abuelo por un momento y no cuando tuvo que codirigir su infructuosa revolución a medias o luego, sino en episodios menores, para pronto abandonar la tarea porque ni con ella podía y cósmicamente solo sobrevivir pensando en Él, presencia ciertísima así no conociera aún la luz del día. 

Fue todo tan rápido, Uno, y no me refiero a tus convulsiones, por las que nadie sino tú tiene derecho a reclamar. Cuna, llamaban a aquello, y no digo seno materno pues no recuerdo haber experimentado allí el nacimiento. 

Paro, que así requiere la prudencia, y voy de vuelta ¿adónde? ¿En verdad no somos eternos?

Cito a la mujer de negro con frecuencia y creo haberla mal interpretado. 

-Si se tiene tiempo hasta eso consigue saberse -susurraste cierta vez.

¿Habría bastado, entonces, cerrar los ojos para que Bielorusia apareciera, develada? 

Qué cil y ameno es preguntar.



    

lunes, 7 de septiembre de 2020

jueves, 3 de septiembre de 2020

Narciso desde la azotea o La divina proporción

¿Narciso que apenas supo andar subió a la azotea de donde no saldría más para en sueños hacer abajo una vida?

Quienes lo quieren o necesitan van allí por el tiempo necesario para no verlo recrearse en cielos y humanidades que cree hechos en función suya. 

¿Eso equivale a Qué difícil vivir desde la azotea andando entre reflectores; por ello me bañó en ellos sin pudor? Por cierto, ¿soltar cosas sin ton ni son requiere que saque partido de comas, puntos, interjecciones, colocadas a capricho?

Cómo extraño la divina proporción que no conozco.

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El tren al amanecer avanzando lentamente por entre las casitas improvisadas alrededor de su vía, en 1971 me descubre cómo quienes menos oportunidades tuvieron se sedimentan hace treinta años, conforme tumultuosamente llegan a nuestra ciudad monstruo, ¿recuerdan?

Me pregunto por los motivos de desigualdades a la vista donde quiera que vaya. Mi ingenuidad olvida a Teresa y Sandalio, cuyo legado recibo.

Viejo descubriré que campesino es en el país un termino siglo XX. Empleándolo homogeneizaron una realidad rural muy diversa, pues dentro de las comunidades dotadas colectivamente, por ejemplo, solo montes y aguas solían ser propiedad común. Los solares, digamos incorrectamente si atendemos a la tradición, tenían dueño, podía haberlas de distinto tamaño y el despojo interno no resultaba raro, incluso entre familiares, al menos durante esos desgraciados tiempos que siguieron a la Reforma. Y si ya antes entre indígenas hubo principales y pueblo llano, sigue abundándose el tema.

-Sácate idílicas visiones -digo revolviéndome contra la idea y olvido de nuevo a Teresa y Cándida, mal vistas por otros aldeanos pues no cuentan sino con una humilde casa.

¿Por qué ellas y no todos, en esas semi serviles tierras? Nada semejante hallé entre los irlandeses de "siglos intermedios". ¿Seguro?, recapacito. No y por ello la solidaridad obraba. Jennings se apellidaba aquél hombre encarcelado por vagabundaje.

-Mi mujer murió... -empezaba su deposición.

-Nada es tan habitual para los pobres que viudos y huérfanos de ambos géneros -le respondería el juez, cuya cuota diaria de incoados debe cubrir.

¿Por qué peleo con cosas tan simples? El chiste se cuenta solo. ¿Cómo se atreven otros? Podría darles ejemplos inmejorables esta noche entre entendidos a quienes cuesta comprender la o por lo redondo. 

-¿No les llamaban campesinos? ¡Mientes! -dirían si les compartiera mi descubrimiento. 

Da Vinci, estabas bien pendejo, jeje.

Tic, sácame de este antro donde se simula vivir. Ni en sombras puede andarse por aquí. 

-¿De veras 

-No, cosa, es que te extraño. Surte efecto el berrinche, ¿ves?

-¿Cómo va tu tragaluz? 

-Realmente la divina proporción existe.

-¿Así de bien puesto quedó?

-Me refiero a ti.

-Payaso.

-Por quien mueres.

-Uy, ahora pasamos al todas las puedo

-Solo contigo, dorado tormento que permites ponga música.

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Mis torpes sueños sobre pasados igualitarios. Los hubo tal vez en sociedades tribales, me hace creer Alborada de la revolución en Asia, donde Edgar Snow retrata pueblos que pronto desaparecerían, con hijos e hijas colectivizados entre clanes matrilineales.
Cierto, "soy un pobre venadito que habita en la serranía" y no conoce sino sus propias, impulsivas reglas, por narcisismo, dicen. ¿Contemplaba aquellas vías creyéndome su único testigo? ¿Dónde fueron a dar, humildísimas humanidades? ¿Alcanzarían siquiera los tiraderos de Chimalhuacán?
 
Pónganle mute a esa madre.