martes, 15 de septiembre de 2020

Fue todo tan rápido

Intenté algo más o menos extremo. Sirvió como liberación, ayudando a entender. Antes esta nota quedó a medio hacer -sino la llamo viñeta algo anda mal y los pretextos no sirven ya.

Te pido que mires la foto y aguardes pues debo saber cómo anda el día de nuestra especie.

Siempre llego atrasado. Hoy es Bielorusia, donde apenas ayer me enteré resisten al monstruo según pueden, aunque tal vez lo hacen para guardar al anterior, producto de un sueño materializado al que bastaron diez minutos para volver pesadilla, si bien, ciertamente, el cadáver de Jacobo Fugger se pudría en las calles.  

Sin duda Buenaventura me corregiría, mostrando esas nuevas narrativas creadas tras la Revolución de los claveles en muchos sitios por el mundo y no solo gracias a ella, desde luego. 

Yo andaba entonces en mi Santo Lugar consciente del modestísimo, insustituible papel que tenían Agustín y su madre, la Negra y el arocho, Simón, nuestro Sabio Analfabeta y, en préstamo, Cristina y aquella compañera de Medalla de Oro cuyo nombre olvido. Lo hacía plantándome ante los dos mil quinientos trabajadores y trabajadoras dispuestos a cobrarse la ofensa. Imitaba al abuelo por un momento y no cuando tuvo que codirigir su infructuosa revolución a medias o luego, sino en episodios menores, para pronto abandonar la tarea porque ni con ella podía y cósmicamente solo sobrevivir pensando en Él, presencia ciertísima así no conociera aún la luz del día. 

Fue todo tan rápido, Uno, y no me refiero a tus convulsiones, por las que nadie sino tú tiene derecho a reclamar. Cuna, llamaban a aquello, y no digo seno materno pues no recuerdo haber experimentado allí el nacimiento. 

Paro, que así requiere la prudencia, y voy de vuelta ¿adónde? ¿En verdad no somos eternos?

Cito a la mujer de negro con frecuencia y creo haberla mal interpretado. 

-Si se tiene tiempo hasta eso consigue saberse -susurraste cierta vez.

¿Habría bastado, entonces, cerrar los ojos para que Bielorusia apareciera, develada? 

Qué cil y ameno es preguntar.