lunes, 4 de julio de 2022

Dylan-Melville

Aclaré que no era fan de Bob Dylan, alias el Mr. o Don o Zimm, así lleve sesenta años escuchándolo sin falta cada día, entre otras muchas cosas porque no nací estadounidense y solo así, estimados hispanohablentes cuyas vidas parecen pender de él, puede entendérsele.

Entonces reparé en lo tal vez obvio para cuando menos algunos de ustedes: el tipo surgió como un volcán, en diez minutos flat, digamos, entre la generación popular con mayores oportunidades en la historia.

Luego odió las referencias culteranas con que cercaban su obra y cuando recibió el Nobel sin apreciarlo en lo absoluto, se diría, escribió algo que casi se agotaba hablando de sus iguales en los tiempos primeros, influidos por mil otros y otras previos. Hasta rematar con Moby Dick para explayarse en ella sin vendérnosla por dos dólares.

Para ese momento había compuesto Tempest, canción y álbum. Le preguntaron si aludía a Shakespeare y se burló sin delatar la broma: No, es más bien sobre el Titanic. 

Vean lo siguiente, por favor, obra de un especialista literario:

Melville, que aquí se sugiere es Ismael mismo, el gran protagonista de la novela, una vez decidido a seguir sus impulsos vive en apretados años lo que ese marino, entre la universal incomprensión. 

Uno más uno igual a dos: el Mr.-Melville-Ismael, de caprichoso, a veces insoportable carácter, excepto los momentos compartidos con sus pares. 

(Minuto 24 en adelante.)

El tema ahora, Zimm, es cómo rematar lo más perfectamente posible un viaje extraordinario. Por eso sigue produciendo giras y videos que exploran. Terminará sin que lo comprendan, no importa los millones de discos y audiencias a su disposición. ¿Sufre? ¿Solo Sara sería remanso?

La dejó pronto y, al modo de don Hermann, a usted parecen valerle madre los amores, jeje. Esta única canción que vale de su universitaria Señorita, es demoledora. 

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Por supuesto sigo sin saber nada de Dylan. Lo uso, as usual, mientras me mato a pajas con sus canciones. 

En cuanto a Moby Dick...