Dulce, falso silencio que hacen las gotas resbalando tras la lluvia, el refrigerador, mi computadora, contra nuestro vecinal patio para sí solo siendo 10:26 am, por extrañas razones sin calle hoy ni más ciudad que ese imperceptible avispeo al fondo. Gorriones y tórtolas conspiran silenciosamente, parece, y puedo volver adonde quiera antes, tan niño, joven alharaquiento o desesperado, padre en el paraíso, agitador o amante.
Voy al baño y encuentro el nido que dejé criar a los grillos.
-Marcharé -les comunico y entro espejo adentro sin destino preciso.
Voy por una calle y luego otra y otra, anónimo, bajo cielos altísimos o al alcance de la mano y paro para que un zaguán me cuente o sigo por cuadras que serpentean, suben y bajan o quietas son siglos relatados.
Privilegio ser pequeño, delgado, ligero.
-Disculpen, no pretendía detenerme a alborotar su día -digo a cuantos la casualidad me reunió por momentos.