martes, 20 de abril de 2021

Célula

 

¿Puede imaginarse algo más maravilloso? Es la reproducción con mayor fidelidad, hasta ahora, de una célula. ¿Y hacía dentro, en cada pequeño órgano visible?

Tomo la calle cuyo recorrido suspendí apenas entrar a ella en el momento que La parada trajo por un papel sin fecha. ¿Cómo haré, entonces? Juego al revés de aquella donde me pierdo porque ni consigo ni quiero ubicarla, dos barrios hacía oriente, y contemplo otra vez el patio preciso y alegórico.

Contra el zaguán un muchacho encandila a la jovencita con suéter y vestido de flores cuyos tonos desvaídos traen a hermanas mayores, creo por creer y fiel a momentos que evitan gastos superfluos.

Estamos en el hoy dilatado cuatro, cinco o más décadas que se transforman sin pausa y ahora anuncian desaparecer a las vecindades, como esta o cualquier variedad suya, y falla, sabe mañana, cuando persistan o vuelvan a adaptarse, siempre dentro del centro urbano, porque más allá surgirán fórmulas similares en esencia

-Apesta el antropólogo que llevamos dentro -reclama mi esquizo. -Nos importa lo instantáneo: ese patio, visto desde fuera, y la pareja. Tráelos al presente, siquiera, pues no hay mínima garantía de trascender.

Un gran escritor siglo XX en sus inicios desarrolló bien a bien el monólogo interno y así quedó inmortalizado un perro corriendo por la playa cuando atardecía donde los grises dominan gracias al cielo eternamente brumoso. 

Nadie engatuzará a la joven, a menos que sea Roberto el Kid Terranova, si acaso.

También para eso están los pequeños amasijos humanos, ¿no? Si mamá y tus carnalas quedaron atadas de pies y manos entre abusadores, sobran vecinas para educarte o hacer el paro. ¿O me equivoco?

-Vas de vuelta, Bronislaw.

-¡Para, yo revolcado!

-¡Estás allí, carajo, y existes solo como testigo!

-¡Pues ya, ahí lo tienes!

-¿Adónde irán a parar ellos?

-Oh, qué la chingada. Te contagié.

-Nel. Échale crema. 

-Uy, salimos escritores.

-De menos, cómo era el lugar.

-Ten.

-No mames, eso es de Juan Rulfo. Otra vecindad, pues. Y nada qué ver, eh.

-Si, aquella tenía un patio, patio, ancho, con escalera generosa subiendo a vaya a saberse el lugar, que hay zaguán de dos metros y así en sombras y tapa la vista. Huele a... ¿adobe y humedad?

-Y tiempo.

-Uy, qué profundo tú.

-Bien chilangos nosotros.

-Cállate, estúpido. Chilangos... ¿Qué chingaos es eso?

-Capiruchos mexicanos, entonces.

-¿Especie y subespecie?

-¿No te digo?

-Ellos una, yo otra, y llegando a la esquina, titipuchal.

SIGUE        

    

 

 

 

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