viernes, 9 de abril de 2021

Raíces y Una neoliberal famiia ejemplo

El tipo, X, llegó joven a Veracruz durante nuestra Revolución y cien años después me encargaron hacer un libro laudatorio sobre su ahora consorcio comercial y financiero extendido por América Latina.

Conozco la región dónde nació, oriental, nombremosla así, cuya característica es la migración de llamada, que crea hombres y mujeres distintos a los producidos por el extremo contrario en esa minúscula provincia escenario de mi abuelo, glorioso no solo para mí, pues fue bastión obrero hasta cuando Francisco Franco murió dejando todo "atado y bien atado".

Resultó emocionante seguir el proceso que volví canto histórico al comerció no por ganarme un bono sino descubriendo los argumentos del neoliberalismo, cuyo principio afirma: vender y  comprar, especulación mediante; he ahí el originario motor civilizatorio.

México jamás atrajo grandes números de europeos porque la población indígena era densa, no importa si para 1620 entre violencia, superexplotación y pandemias terminaron con el noventa por ciento. Quienes venían, particularmente españoles, siguieron cursos clientelares establecidos en tiempos de Colón, Cortés, Pizarro, etcétera. Con espíritu feudal, los que tenían éxito convocaban a vecinos cuyo futuro corría luego por cuenta propia.

La costumbre continuaba cuando X pidió al tío carnal darle trabaxo en sus tiendas del puerto veracruzano. No congeniaban, parece, muy posiblemente por la avaricia y terminó encontrando un sitio a modo en Hidalgo. Su negocio era comprar y vender harina de trigo o cebada, no recuerdo ahora.

Allí le llegó el tiempo de vacas gordas: la industrialización a marchas, y se volvió acaparador. Como para cuantos tenían ciertos recursos, aquélla obró milagros y en los años 1950 estaba preparado a dar otro monumental salto, en aprovechamiento de la nueva modernidad que Estados Unidos nos vendía: supermercados en simbiosis con los booms automotrices y electrodomésticos.

Había un real arte de manual sobre los cómos rápidamente aprendidos por nuestro protagonista, que corrió a Oriente para hallar su esencial contraparte: la esposa a modo con quien formar una sólida, ascética familia, cuyos hijos, varones, por supuesto, lo imitarían, mientras Ellas enriquecían el linaje a punta de estratégicos matrimonios.

No necesitaron gran cosa para multiplicar bíblicamente los peces del papito: bastaba tener  jugosos recursos y amigos en el cleptocrático aparato político-empresarial que se asocia al crimen organizado. Hoy dependen en buena medida de una actividad financiera a la cual no me permitieron siquiera otear.

SIGUE                        

     

 

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