Aguanten a que termine, que está muy larga esta madre y debo cumplir mi diario compromiso, así sea a retazos.
Saavi sigue perdida en no sabemos cuál siglo y región hindú y una colección de cuentos modernos me trae personajes cuyo equivalente nos guíe, si eso es posible. Todos relatados por hombres, incumplen el propósito y confirman que mujeres y niños estuvieron ausentes por milenios. Aun así, pueden servir.
"...en el velado crepúsculo sintió ganas de tomar un trago para calentarse y relajar su adolorido cuerpo -escribe Mahasveta Devi, quien trabajó incansablemente en pro de las comunidades tribales que habitan en las zonas más inhóspitas de Bengala occidental" y por ello lo eligieron nuestras obsesiones-. "El deseo tendría que seguir insatisfecho, pero no hacía daño fantasear un poco?"
¿Esto último como un mandato religioso filosófico para los hablantes justo en bengalí, lengua muy reconocida a pesar de que a mis oos sin ilustración tal región no pertenece al núcleo donde se trasegaron las tradiciones características.
LES PIDO VER ESTE VIDEO, QUE COMPLETA Y DESARROLLA LO QUE LA NOTA SE PROPONE.
AVICENA
Encuentro un libro sobre Avicena al que le hice mil subrayados y apuntes.
SIGUE EN VIDEO.
A menudo pienso que perdí los cabales por falta de derecho a estar. ¿A eso se deben notas como esta?
Hay una nueva Natural (Las niñas y la música). Aunque la actual vive donde el patio común termina, mi música le llega tan bien o mejor que a aquélla. Delgada, fuerte, de moreno jala debido a su madre hindú, se trenza el cabello en una larga cola cuyo peso provoca universal atención, como las cejas y pestañas que refinan los trazos del rostro. ¿Cuánto determina tal conjunto las quietas maneras caracterísiticas en ella? ¿O se deben a una espiritualidad también desusada por nuestros rumbos?
Llegó al departamento del tercer piso tres o cuatro años atrás con rommies que consiguió en el trabajo como ingeniera en sistemas y entre ellos la vi durante los sismos y alertas habituales para nosotros, refugiados bajo cables eléctrico. A ratos la descubría también sirviendo tragos en ruidosas fiestas mal acogidas por esta privada que aborrece a los vecinos presuntuosos, respeta el relativo apiñonamiento y soporta solo mis decibeles nocturnos, prudentes y "de buen gusto" -para Dylan y compañía uso audífonos, jeje.
Después la fisgoneaba de soslayo cuando se hacía un sanwhich o unos huevos o asomaba para fumar, costumbre que fue volviéndose común.
Durante el antepenúltimo movimiento telúrico -llevo buena cuenta, ya se ve- nos presentamos y en plena pandemia me hizo segunda al encabezar un mitín contra la Iglesia traicionalista que casi vuela nuestra cuadra lanzando cohetes y sin mínima idea de cómo manejarlos.
Fue entonces que tardé en entender las alabanzas a mi música.
-¿Llega hasta allá? -dije apenadísimo y verdaderamente asombrado, pues no percibía que las paredes del patio son una bocina y lanzan el sonido hacia arriba.
SIGUE
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