lunes, 19 de octubre de 2020

Los motivos de la fe y el arte de no hacerse pendejos

  

Optimismo de la voluntad y de la conciencia, solté corrigiendo a Gramsci, ante quien debería sentirme enano y no lo hago por respeto a él y a Bardedor, Galezzo, Gasperina, el Profesor y sus más recalcitrantes compañeros cuyo nombre olvidé y me avergüenzo por ello, pues es como sino existieran Sandalio, Candida, Teresa y esos miles y miles sin los cuales mi abuelo no habría presidido el Consejo Soberano de Asturias y León, tan poca cosa según los atildados liberales españoles que exigían desapareciera -total, resistir a solas al fascismo nacional e internacional y prefigurar una república del pueblo era para nacos y mejor estaría dejar aquello en paz y exiliarse donde vivirían cómodamente.


Se condolieron viendo la foto hace once meses.

Animo, que esa mujer tiró al helicóptero, les dije. Permítanme celebrar el momento más importante al cual asistí en mi vida -¿y la revolución cubana, Vietnam, los sandinistas?; bueno, exagero un poco. 

¿Que la Revolución Mundial no está en marcha también en Chile y Estados Unidos?

Carraspean y vuelven a lo suyo.

Los locos, como los niños y niñas, también somos pueblo -nunca pegó la consigna, por más que insistí en introducirla durante cada oleada, jeje; ahora...

Este es el momento mayor protagonizado por mi abuelo. La Revolución de Octubre -1934, aclaro, vayan a creer...- fracasaba, quienes la habrían consumado de no abandonarlos hasta los insuperables hijos de Durruti, se negaban a aceptarlo y Belarmo podía ser lapidado:   

Camaradas! ¡Soldados rojos! Delante de vosotros, convencidos de que hemos sido fieles a la confianza que depositasteis en nosotros, venimos a hablaros de la triste situación a la que se ve reducido nuestro glorioso movimiento de insurrección. Hemos de confesar nuestras conversaciones de paz con el general del Ejército enemigo. Pero hemos sido derrotados solo por un tiempo. Todo lo que podemos decir es que en el resto de las provincias de España, los trabajadores no han sabido cumplir con su deber y no nos han ayudado. A causa de ello, el gobierno ha podido dominar la insurrección de Asturias. Además, aunque tenemos fusiles, ametralladoras, y cañones, carecemos de munición. Todo cuanto podemos hacer es concertar la paz. Pero esto no significa que abandonemos la lucha de clases. Nuestra rendición de hoy no será más que un alto en el camino, que nos servirá para corregir nuestros errores y para prepararnos para la próxima batalla, que habrá de terminar en la victoria final de los explotados..."

Santa Utopía guarde al pueblo boliviano, aunque algunos le escamoteen el esfuerzo tras matanzas que también a ellos los harían resguardarse en Suiza, digamos.   



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