miércoles, 14 de octubre de 2020

Qué vergüenza. Había Los Anales, Hobsbawm y cia.

También profesionalmente había qué hacer y, no importa cuán absurdo suene, apenas hoy puedo verlo.

Cierto, los más somos seres táctiles, y a quienes como yo tienen manos obtusas no les queda sino acariciar. Aun así disponía de mínimas herramientas para que la cabeza funcionara y malogré su empleo. 

¿Justificarme arguyendo el atraso de nuestra academia? ¿En verdad había tal? Así daba la impresión cuando por dos años fui un atildado investigador, durante los seis de trato con Vuecencias para programas radiales o aquel propuesto a airear sus documentos injustamente arrinconados. 

Viví ocho más entre Braudel, Chaunu, Duby, Hobsbawm, etc., a solas y sin factible continuidad. Ni siquiera percibí bien a bien lo que significaban.

¿Lograré empezar setentón? Intentémoslo. El tiempo perdido es a cuenta exclusiva de mi persona. Vaya vergüenza.  

Fj:Jjf