domingo, 29 de noviembre de 2020

Sin son


 Este son es muy bonito pero sonaría  melodramáticamente sin sentido si lo cantara yo.

No tengo jarana y ni con chochos dejo mi esperanza, pues vaya a saberse qué harán con ella, digo bromeando en consideración a su carácter colectivo.

Reafirmo solo lo advertido meses atrás: desaparecí. Desde entonces quien habla aquí es la Tic, Abrazos o cualquiera que use el espacio para divertirse, aclaro vía esa interpósita persona.

Los ausentes tenemos privilegios que se reproducen en Youtube, donde pueden programarse las publicaciones. 

La última vez fui visto pagando derecho de piso por vez número mil, pues hasta vuelto fantasma a uno le da hambre y frío. Somos millones tras millones así, aguardando el día.

Paso a no retirarme, entonces, canturreando la tonada, que suena bien dulce.  


 

FF:jJf- 

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viernes, 27 de noviembre de 2020

El Mr, Philip Roth, el Nobel y el corazón de Estados Unidos

 En 1964 Jean Paul Sartre se niega a recibir el premio Nobel. No quiero institucionalizarme, dice, y no ser desde mañana un escritor a secas, cargando su llana humanidad. También tiene reparos políticos que se niega a explicitar, presentándolos más bien en términos culturales.

¿Cuenta ya su decisión de darle forma a un tribunal internacional contra la invasión estadounidense en Vietnam, que se concretará dos años más tarde?

Tal vez hago preguntas ociosas. En cualquier caso la academia sueca que da los galardones tenía ya larga fama de obrar caprichosamente, cuando menos. Odió siempre a los monumentales autores rusos e hizo una sola excepción con Boris Pasternak, a quien el estalinismo condenó al ostracismo, y durante la Primera Guerra Mundial año tras año escogió literatos de países neutrales. 

Quizás en parte entregó el galardón a Bob Dylan para evitar dárselo al más terco postulante estadounidense, Philip Roth, mal visto por sus propios hermanos de fe con poder. 

Sin quererlo, así le rindieron culto a éste. Lo pienso porque no conozco a ningún otro escritor de Estados Unidos que en la época observara tan áspera y amorosamente a su país como el mismo Mr., al cual encontramos aquí rindiendo homenaje a sus riquísimas, múltiples fuentes musicales, despreciadas a ratos hasta el olvido, sin hacerle guiños a la gran cultura.



Cierto, cuando con una sonrisa terminó por escuchar la alharaca venida de Estocolmo, grabó esto, que reconoce sus deudas literarias, pero no sin antes cantar a los intérpretes de blus, folk, country, etc., cuyos pasos lo influyeron mucho más que cualquier otra cosa... quitando la sociedad en torno suyo.

            

FF:jJf-      

jueves, 26 de noviembre de 2020

Corazón Mío en la pandemia

Una alumna, no importa cuán adulta, engatusando al maestro, da igual si por mero juego, debe ser tema prohibido para mí, como todos en que cualquier Ella tome la iniciativa. Trasgredo aquí esa simplísima regla, sin pretexto al cual acudir.
Pido, pues, leer solo tras el reconocimiento: socialmente somos basura también por cuánto abuso sexual hay a nuestra espalda y alrededor.
Tal vez Eros tendría que darse descanso hasta solucionar tan estructural cuestión.

Algo hizo bien el Cuac o Viejo u Ojos admirados, como para que la Tic volviera convertida en Inesperada o Tú en Abrazos con dulcísimo amor por una joven o Corazón mío a lo sí misma  dispuesta a darse al recuerdo virtual y nuevas fantasías cuyo delirio solo testimonia.
-Ese vestidito negro realmente desquicia -dice carcajeándose ante la foto que traigo del buscador. -¿Dónde me fui?
-Al golfo. Enrédate esta tela como falda -le pido-. Se pone y quita muy fácil.
-¿Era para? 
-Andar por casa cuando no salimos en dos meses, carajo.
-Ah, sí, se me olvidaba -contribuye entre más jajas.
-Vivíamos borrachos también por el aroma añejado.
-Imagino. Algo sabemos sobre la cuestión, ¿verdad? 
Continúan sus sonoras risas. Luego le paso un video.
-Tú pediste tomarlo, eh -advierto.
-Todos, creo.
-Perdí el de la noche con Andrea y sus amigos.
-Jugando a la botella conmigo, no lo olvido. Sigo siendo atrevida, aunque a veces no es divertido.
Se refiere a los novios que suele escupir uno tras otro, para ocasionalmente ser traicionada de pésima manera.
Cierta noche juntos lloró por sus excesos.
-Tonta. Sigues el impulso, las reglas de Monelle.
-¿Hasta cuando te traté mal?
-Claro. ¿Quería caramelos finos y los pagaba con sesenta y tantos años y peste a tabaco?
-Entonces nfumabas tanto y tenías tu encanto.
-¿Digno de lo recibido?
-¿Por qué no? Y después... Vivo gracias a los posgrados y sin ti... Y no querías cobrarme.
-Quién sabe.
-Mejor vuelve a contar.
-Bastaría con la memoria. De allí sale el resto.
-¿Te acuerdas de aquella fiesta en que ni te consulté?
-Inolvidable, cabrona.
Vuelta al carcajeo.
Verdaderamente se pasó y ese fue el quid. Más tarde repetiría, multiplicándolo por mil, como explico en la viñeta primera (Corazón Mío).    

Los entretenimientos de ella estaban convenidos si me hacía partícipe. Ese tipo le gustaba, quedó claro durante el clásico que A solía introducir en sus reuniones: ¿A quién le darías un beso?, ¿con quién tendrías sexo y con quién te casarías?
Nos tomaban por pareja común, sin importar el abismo de años, y la forma en que respondió a la segunda pregunta produjo un intercambio de miradas general. 
Resultó incómodo por los coqueteos previos y a continuación, que debió advertirme y yo aplaudiría. Escamotearlos era una traición sin sentido, excepto si él le gustaba al grado de desquiciarla.
Tragué lo demás entre conmiserativas, silenciosas solidaridades que no hallaban qué hacer cuando rumbo a la cocina Corazón soltó el vil pretexto.
-Voy a abrir esta botella de vino pero no sé cómo. ¿Alguien me enseña?
Diez minutos después el individuo salió rumbo al baño o cosa así y ella, borracha por partida doble, regresó para sentarse. 
Esperé inútilmente por guiños que me hicieran cómplice, dos minutos, pues eso le tomó pedir un cuarto para reposar el exceso de alcohol. 
A intento acompañarla y se apuró a adelantársele.
-No te molestes, voy sola.
Hizo el paseíllo entre ojos que buscaban donde ponerse para aligerarme la carga.
Al reaparecer tras buen rato echó una frase luego célebre en esa casa con estruendoso humor.
-Ya descansé.
-Todo lo que digas será usado en tu contra -le previne y pedí un taxi que usamos dos únicamente por el partido que este viejo sacaría del evento. Culpable, despejaba puertas a una veta inesperada.
Como siempre, todo estuvo en los detalles y su manera de describirlos. Entrar a la cocina paladeando el secreto, un hombre moreno y fuerte detrás suyo sin precisar hasta donde le permitirían llevar su antojo.
-Quiero aprender, no solo abrirla.
Corazón desvalida y él rodeándola por la espalda.
-Lo tomas así y das vueltas para meterlo.
-Meterlo...
-Poco a poco, hasta el fondo.
-Qué interesante.
Los cuerpos reconociéndose, la fiesta afuera, sus voces cada vez sugestivas.
-Y jalas fuerte.
-Bien fuerte... Alguien entrará en cualquier momento. Ven, un beso de agradecimiento, aunque sea cortito.
Piropos de él, ella rematando:
-En cinco minutos voy a sentirme mal. ¿Dónde es mejor acostarse?
Y etcétera después, cuando llegó al cuarto, pasito a pasito: cómo la puerta, la entresombra, él reposando...
Maestra esa mujer que ahora acude a mi también minucioso relato sobre los estragos causados por el vestidito negro durante un imaginario fandango, jeje.
Grande, Corazón, ocasionalmente con ayuda, al modo del día usando a un maestro. 
-¿Y ahora que se nos ocurre? -consultó, pues le aburrían nuestros últimos trucos. -Aguanta.
Llamó a su mejor amiga, L, por altavoz.
-¿Hacemos algo con el profe?
Al hombre lo ponía mal su sensualidad, que desplegaba cuando se sentía observada por él. Y es que nada disfrutaba tanto como eso, según bien sabía yo apelando a ellas en juegos improvisados.
Llegadas a cierto nivel producían una "arañita" de grueso líquido entre las piernas. Nunca vi nada tan enloquecedor y así recurría al recurso con harta frecuencia. 
No era el caso en público, claro, y al Doctor le bastaban muslos y pechos semidescubiertos al sin querer, digamos, y sobre todo la mutación en los visajes, que ya referí.
-¿Qué quieres? -preguntó L.
-¿Vendría a mi casa invitándolo tú, para estudiar, se entiende?
-¡Desde luego! -respondió más que divertida.
-A ver, llámalo.
-A las siete.
Nadie tenía quejas de su comportamiento. Hacerlo romper las normas no resultaría cil, aunque mi compañera acababa de dar un salto monumental, porque con solo decidirlo a ir lo enredaba en algo imprevisible. 
-Prepararé la escena del crimen -dijo contestísima y luego se puso muy seria. -Tiene un prestigio ganado a pulso y no lo abollaré, descuida. Falta convencer a L de que calladita se ve más bonita. ¿Te encargas?
-Payasa.
-No, yo la convenzo. Es buena muchacha... en el fondo, jeje.
No contaré sino cómo creó una atmósfera propicia, aprovechando deslices de la L lengua para acercarse a quien necesitaba académicamente. Por ellos él sabía que Corazón llevaba suéter sin falta pues odiaba los sostenes y que en casa se desprendía también de la tanga acostumbrada.
-Debieras verlo cuando le conté a lo casual, jeje. Casi se tapa los oídos.
-Hay que sentarlo aquí -instruyó a L.
-¿Por?
-La luz. Mira... Ahora acá.
Menuda experta. Así él tendría a la vista los pechos entrecubiertos iluminados de manera que transparentara su nacimiento. Después hurgaría en una mesa contigua cuya lámpara producía el mismo efecto. 
-¿Hasta dónde? -pidió precisarle para que solo se apreciaran las piernas. -Entonces te vas al cuarto con el pretexto de saludar a "mi amo", jeje. La cámara...
-¡Perdón!
-Obvio grabaré.
-Quiero ese video -dice ahora.
-No lo encuentro -contesto por la pantalla del chat.
-Qué lástima. Fue uno de mis mejores trabajos, jajaja.
-El mío, castigarte. 
-No creí que me gustaría, y sí, mucho. Por eso, por renovarlo pues se había gastado, le hice dizque de esclava con el canijo aquél.
-Dizque... Mentirosa. Creí no volvería a verte.
-Fantasías tuyas, ya aclaré. Lo increíble era manipular a los clientes, jeje. Y pude hacerlo contigo pero te dio miedo.
-Esas cosas, aunque se den por internet, conducen al crimen organizado, seguro.
-Sí, tal vez tienes razón. Por cierto, no me dio un peso.
-Bueno, más arriesgado fue tu levantón en el parque.
-Estaba bajo control.
-Ese día. Los siguientes, en cualquier calle...
-No se atrevería. Desestimas mi sexto sentido.  
     
                    
      
SIGUE     

FF:jJf-
 



martes, 24 de noviembre de 2020

Ser o no ser, en colectivo, disculpe usted, Sir William

 Queda dicho en  La Corte de Media Noche y los Nietos. Mi gateo rumbo a la azotea era fuga y encuentro. Huía del departamento donde, como cualquiera en su caso, papá y mamá nos confinaban. Querían protegernos y tenían cierta razón pues el hambre y el descampado nocturno matan -tan estúpidamente entendida tú, noche, pareja inseparable que representa esa otra cuyos sexos las civilizaciones interpretaron con maña, y no los pueblos tribales quienes sabían: la celosa amante en tea tenía pechos y el falo jugaba a escapársele (me acusan de meter guiones y paréntesis; ¿hay otra manera viviendo entre mafiosos enredos?)-. También puede entenderse que, para entonces perdida la esperanza colectiva, sus sueños personales los habitaran por completo, así fuera pendiente de ella.

Pasillo, tres habitaciones, sala comedor, cocina, baño y medio. Bien dije: hogar, criaturas bullendo en el caldero. 

-¡Vete de aquí! -gritaba la sapiencia que no habían liquidado todavía.

Y entonces tuve valle, nubes relatando su viaje desde dos océanos, campesinas canturreando en muchas lenguas, y más, si atendía al hormiguero abajo.

Walt Whitman se fue a la verga con El canto a mí mismo, colmo entre colmos.

Ser en colectivo o morir, decía ese menos de un metro de altura con el cabello al viento que durante aquél febrero por ráfagas picaba los ojos trayendo al lago convertido en arenales.


    Dr. Atl de su larga serie sobre vistas del valle.






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sábado, 21 de noviembre de 2020

La Corte de Media Noche y los Nietos

 Emprendido el último viaje con el abuelo, y no vamos solos, desde luego.

Con nosotros andan la Corte de Medianoche y los Nietos, ambos aumentados sin pausa, como un linaje entre miles o millones que se forjaron en veinticinco siglos.

Ahora nuestra mirada busca solo el futuro, entre este arduo día a día cuya intransigencia espera ganar al menos lo mínimo para un descanso final digno. 

Puede entenderse la conmiserativa contemplación de quienes generaciones tras generaciones fueron poseídos por el apremio para escarbar lo demasiado humano.

-Lo lograremos, verán -se les dice.

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Esta es nuestra Corte de Medianoche, recuerden, Nietas y Nietos:      

Igualitito que en la obra cumbre del último gran poeta en lengua irlandesa(1), duermo plácidamente y el reclamo de una metálica voz me despierta:
-"¡Eh, tu, vago, ¿qué haces ahí cuando la más digna corte jamás reunida espera para juzgarte".
Claro, no estoy en el lomo de un río, a la manera del campesino en el poema, sino sobre la cama, y no es una monstruosa mujer de mirada sangriente quien amonesta, sino El Grillo, metro sesenta de altura, pecho echado pa lante y ojos de capulín.
-¡Comadre! -le digo harto contento al verlo tras casi cuarenta años.
-No te hagas baboso y jálale.
-¿Y ora?
-Que nos juntamos pa darte con todo.
-¿A mí? -alcanzo a preguntar antes de que como soñando aparezcamos en un castillo cuyas troneras echan humo fábril.
Frente a nosotros el abuelo, Filiberto, una de las muchachas que no murió en 1524, Bryan O´Donnel, Artemio, la niña cojas por un bombardeo, Felícitas, Malena, el Jarocho, en gigantescas representaciones se sientan a una mesa sobre lo alto. 
En la multitud alrededor hay muchos rostros conocidos y el resto tiene un impreciso aire familiar.
Acostumbrado a los escenarios con miles de protagonistas, el abuelo no necesita forzar la voz para que se escuche a través del eco profundo en el fantástico lugar. 
-Mira -dice extendiendo la mano en un movimiento circular. -Te nos dimos, tan diversos en tiempo y espacio y tan íntimos como deseabas. Y has traicionado nuestra confianza. 
Prometo cumplir la tarea y recuerdo a Domingo embobándose con los recuerdos de una bronca toma de predios, para que repentinamente, sin venir a cuento, pensaría uno, los ojos se le fueran quién sabe a dónde y dijera: 
-Todo fue por mi papá, que vendía pájaros en el mercado y no tenía un centavo y andaba cante y cante.


1. John Merryman, La corte de medianoche.

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No hay más muertes en solitario o que así parezcanMadres lo entendió hace mucho.

Al abuelo lo enterraron en 1950 y yo seguiré aquí no importa lo que digan los obituarios, si se incumple mi voluntad de pasar inadvertido para ellos.

FF:jJf-

martes, 17 de noviembre de 2020

La guerra por el día

 El diario asesinato del deseo, lo llamo y es algo más, ostensible.

Parecería absurdo que me gustaran tanto las autobiografías cuando durante mi primera juventud hacia ese largo viaje al cual acostumbro referirme. (Mal empiezas, yo, renunciado al tono que te conviene.)

Porque no buscaba en ellas caminos personales. ¿El sexto barón de Byron, por ejemplo, guiaría al adolescente  mexicano de clase media? ¿O Balzac, obsesionado con la manipuladora condesa Hanska tras quien cometería errores financieros en cascada, si sin arriesgar ochavo -jeje- yo tenía una correspondiente -permíteme exagerar, Ana-, libre y translúcida -ya estás reivindicada, jeje.

Para estar en época, no en aires, con un intérprete mamonzón, jeje. Advierto otra vez: de música culta no sé ni madres. 

Me atraía la cotidianidad sin elaboración, que en términos dramáticos encontraba por otro lado. El gran conocimiento venía de alrededor mío, claro, con su sencilla aspereza.   
 


FF:jJf-

miércoles, 11 de noviembre de 2020

¿Cómo será el cualquier día?

A mi cuerpo no se le da el dolor o no lo entiende.

Recordé ya para ustedes cómo crié cincuenta y cuatro piedras vesiculares sin experimentar más que de cuando en cuando temblores nocturnos y súbitas descompensaciones resueltas con jugo o cualquier otro emulsificante. La cincuenta y cinco la sentí, vaya que sí, cuando pasó al conducto biliar, y tampoco salí corriendo a urgencias. Sino lo había hecho tras tres anginas de pecho consultadas de viva voz a mi hermano, un tiempo médico, quien pensó se debían a alergias, ni tras el infarto a continuación...

Ese viejo consumirme estilo vela, al cual me refiero con frecuencia, no lo explican los anuales estudios clínicos, que no solicité por él, aclaro, sino en tanto hombre juicioso cuidando su salud, jeje. 

Confirmo: Matusalén habrá de vérselas conmigo si sigue reclamándose el más añoso jamás existido. Es simple, la muerte pierde el rumbo cuando viene a esta casa.

Aun así pregunto cómo será el cualquier día que digo al sufrir tal o cual síntoma significativo. A nada temo más, imaginándolo. Después volveré, desde luego, para que el orden universal prevalezca, siquiera en mi pequeño mundo. Pero ese momento... Rostros espantados, llantos, carreras, mi cuerpo que manejan como trapo y su espectáculo, por fuera y dentro, los trámites y comentarios, la ceremonia inevitable, no importa cuanto haya rogado para evitarla.

Matusalén llaman también al árbol con mayor edad en la tierra.

Al bíblico lo pintan así.

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Pongo algo al respecto en mi pequeña cuenta de la red social adecuada y horas más tarde:

    Anoche di unos teclazos rumbo a la cama. No esperaba comentarios

    Alexa Y sin embargo, estuvieron bien chidos
     
    Ladilla ggg

    HG A mi me dejo muy pensativa, agradezco que comparta esas letras con nosotros.

    Grax, carnalita
     
    HG I miss you, really, I feel how are a eternity went I not see!
     
    Mel No los lea, pero siga escribiendo jjj

    Me lleva la verga, hay nietas que no entienden ggg

    Mel
    Bueno, haremos un chat grupal donde comentaremos sus textos sin que usted sepa

Mi corancito se alivia gracias a ellas y no pienso que todo hago mal aunque me lo celebren. Diez minutos, por supuesto.

(¿Ves, Tic? ¿Así cómo estar a tu lado?)

Al día siguiente aviento allí en retahila:

Zitarrosa y Cortázar fumaban cincuenta cigarros diarios y no murieron por ellos

Trump no fuma. Tampoco Salinas, ni Hitler ni Pinochet

"Pobrecito mi cigarro, un día te habrán de culpar" decía Atahualpa Yupanqui

(Aprovecho, amita: “El deseo sexual, si es recíproco, origina un complot de dos personas que hace frente al resto de los complots que hay en el mundo. Es una conspiración de dos. El plan es ofrecer al otro un respiro ante el dolor del mundo. No la felicidad sino un descanso físico ante la enorme responsabilidad de los cuerpos hacia el dolor." John Berger

(-¿Me lo dices a mí? -preguntará mi señito.

(-Nomás te recuerdo que la abstinencia empuja al tabaquismo.

(-Saca los condones virtuales, ándale.) 

Finalmente, tabaquismo, alcoholismo, etc., son enfermedades "por elección".

 

FF:jJf-


martes, 10 de noviembre de 2020

Marshal Berman y el Bugsy Sieagel neoliberal

 Parece absurdo comparar a Bugsy Siegal con Donal Trump. Aquél era guapo y simpáticamente carismático, a menos para quien no padeció sus primeros muchos años -Asesinos Asociados, llevaba por título la empresa cuya operación tuvo a cargo-, y despejó el futuro a los cárteles estadounidenses al crear Las Vegas. Luego no debieron embarrarse con sangre barata y así, según dicen, hoy para vender drogas en ese país se requieren no más que pandillas manejadas por las agencias públicas antinarcóticos. Los fabulosos montos obtenidos parecen seguir, entonces, un curso tan natural como las fichas en máquinas tragamonedas. Todo versión Barry Levinson, claro,  


y no Puzzo-Coppola -búsqueselo entre los últimos muertos 

El tipo me recuerda al todavía jefe de la Casa Blanca por sus innovaciones y un posible trágico final -Do you, yo?; si quizá será ahora cuando realmente triunfe, llevando al desastre a cuatrocientas cincuenta millones de personas; bueno, eso lo emparentaría también con el galán aquél.

Digo tonterías. Empecé con ellas al ver El padrino.  

-¿No te gusta? ¡Qué bárbaro! -casi gritó mi cría mayor cuando se lo dije.

-Es que no consigo verla como cine y los personajes me resultan edulcorados. Y vaya que si algo aprecio del director es su percepción de la violencia y la miseria humana en otras películas. No logra el tono que Kubrick alcanzó aquí


u Oliver Stone con esta secuencia

Fue como Perfume de mujer estilo Al Pacino, que prueba cuán mal actúa cuando tiene como referencia a Gassman 

Hasta Los Soprano se acercan mucho más al tono necesario en aquélla
Ya no digamos Tarantino o Dogma 95 


o, todavía mejor, El color del paraíso


Pero yo venía aquí a hablar del Trumpetas y el ensayo que más me gusta

Va aquí el vínculo al pdf, pues escaneado no hay cómo copiar citas y mi propósito es introducir a su lectura y no comentarla, al modo de todo en esta nota: file:///D:/Documents/Compu%20vieja/Downloads/23411134-Berman-Marshall-Todo-lo-solido-se-desvanece-en-el-aire.pdf. (Al paso advierto que siendo noviembre 12 Donald -¿la dicha familia tomó el nombre del célebre pato por este también famoso y esclarecedor ensayo http://mastor.cl/blog/wp-content/uploads/2015/08/Libro-Mattelard-A.-Dorfman-A.-Para-leer-al-pato-Donald.pdf?- insiste en su plan
Donald J. Trump
“REPORT: DOMINION DELETED 2.7 MILLION TRUMP VOTES NATIONWIDE. DATA ANALYSIS FINDS 221,000 PENNSYLVANIA VOTES SWITCHED FROM PRESIDENT TRUMP TO BIDEN. 941,000 TRUMP VOTES DELETED. STATES USING DOMINION VOTING SYSTEMS SWITCHED 435,000 VOTES FROM TRUMP TO BIDEN.”)
Berman publicó su trabajo en 1988, cuando no declaraban todavía el fin de la historia y así de las modernidades, que sintomáticamente multiplicaría sin término los fenómenos observados por nuestro autor desde Fausto, de Goethe.    
SIGUE
  

 

FF:jJf-

lunes, 9 de noviembre de 2020

La del closet

Tiro por viaje canto a la Sra. Melancolía, que está buenísima: caderas para controlar mareas, muslos de bronce y aceite, trompa gruesa que ofrece, pechos de concha de panadería con puntas respingaditas, morena toda ella. 

Porque en los salones que frecuento la madame con su aire de desmayo, la melena en tormenta y el elegante vestido negro gritando Cien manos acaban de trabajarme sin resistencia, luce como ninguna entre apetitos que se desbocan.
En secreto reconozco, sin embargo, que parte del día lo paso del talle de Doña Felicidad. El más mínimo pretexto la saca del closet donde la buena educación le ordena estar. Y pa qué es más que la mera verdad: sobre la mesa, en el piso, al borde del lavadero, en el primer resquicio del callejón o donde quiera que la tome, sus carnes de gloria se licúan, anuncio de eternidad.

Cuadernos segunda etapa. I

No hay día sin que escuche al Mr. de ida y vuelta por la Autopista 61, deteniéndose para hacer el amor a una granjera y en segundos salir por la ventana; experimentando la tercera guerra mundial en calles donde se diría no pasa nada, o rumbo a un valle que guarda a la más misteriosa mujer.

Mientras él anda sin parar, yo invariablemente a la primera obligada pregunta de los que llaman por teléfono, respondo:
-¿Qué hago? Ya sabes: duro on the road de la recámara a la sala.
Detrás de la broma el viaje para encontrar la batalla de todos y todas por la vida cotidiana clavando tumbas en cada uno y una.

Eso era hasta hace una semana, cuando me ofrecieron volver a los diecisiete. 

Al final de un libro digo que hace treinta años y cinco años debí abandonar el Santo Lugar y que no me había recuperado de ello.
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Les enumero los Cuadernos
Desde la azotea I busca entre mi vida. 
La ilusión viaja en tranvía 1 asoma a ángulos no apreciados allí.
En Para morir iguales mi abuelo y los suyos, Filiberto, los del Santo Lugar y una vaga, enorme cantidad de hombres, mujeres y niños se descubren entre sí a miles kilómetros y siglos de distancia.
Red de agujeros lidia con la historia del país y Demasiado humano anda por muchos rumbos para comprender cómo "todo lo sólido se desvanece en el aire".
La casa del horror, nueva versión son nuestras tierras en tiempo recientes.
Para la obvio, Última función, y
La pasión según FB 1 cierra el círculo.
En algunos casos nos sobra material a pasto, continúa, y por eso incluyo anexos.
Al cuarto para que dé la hora se me ocurre emprender El último viaje con mi abuelo. Es en dos direcciones: hacia el pasado, para encontrar los orígenes de la colonización iniciada por españoles y portugueses, rumbo al presente en que da comienzo la Revolución Mundial. (INICIO DE AMÉRICA EN CRISIS NÙMERO 4 (´DONDE ORCAR RESUME LA SITUACIÒN EN EU Y SEBASTIÁN ENTREVISTA).    
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Madame Ring, Ring
Cada historia tiene muchos lados y tantos ojos para contarla como personajes involucrados. En ésta la segunda versión me importa un pito y es de quien hace años secuestra mis teléfonos hasta inutilizarlos. Una de cada cien llamadas indistintamente es para acusarme de destruir la vida de una mujer o declararme su amor, y en el resto hay un ni pío mil veces más gritón. Unas y otras sin variar conducen al vomito, que las mentiras propias se atascan en el gañote pero pasan, y las demás, claro, no. Menudo castigador, dicen quienes se enteran del asunto, con obvia ironía pues no doy para castigar ni a la gallina del Cuatro todavía meses después de que hicieron caldo al quiquiriqui que le cumplía. Es sólo que la secuestradora nació para la tortura propia y ajena y no bastándole la autosatisfacción, sin nadie más a mano me ocupa.

Ayer puse en los diarios un clasificado solicitando bomba atómica de deshecho o tanque de segunda. De la Europa del Este llovieron ofertas con las que incluso mi magro bolsillo puede. Imaginé la escena con sus efectos colaterales y me decidí por la tradición nacional: el picahielo. A fin de dejar mi huella justiciera y para reproducirlos, conté los orificios del auricular y por la noche toqué en la puerta de la señora.

Tuve problemas para encontrar espacio entre el cilicio, soporté luego el placer de ella con cada entrada del filo y al marcharme supe que finalmente me había ganado: mis tripas eran un nudo enfermo y con un aire de descanso su alma tomaba rumbo al destino mucho tiempo atrás deseado.

Yacía en cama recuperándome de la escena cuando escuché el Ring con el inconfundible tono de la dama. Era para contarme el terrible aburrimiento de su nuevo hogar, mala copia del interno del cual huía.
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Joven, E y S, nietos, dejé creer a los amigos que en cualquier momento me presentaría con una novela. Luego fui puerta por puerta deshaciendo el enredo. Era tarde y creyeron que la autocrítica me devoraba y al basurero o cajones bajo llave iban espléndidas o prometedoras cuartillas. Ni asomos de eso existía. La confusión fue originada por hojas sueltas garabateadas a miles desde mi infancia. 
Esto y aquello terminó llevándome a editoriales y aparecieron libros más bien sin pies ni cabeza. Había buenas cosas allí y en las roscas de reyes del pan de cada día donde colaba la vocación de cronista -así que los patrones se encontraban súbitamente mordiendo al santo niño y cargaban a paraguazos contra mí persona. 
Al reunirla, esa pedacería tenía cierta correspondencia y en casa iba creciendo lo que según Juan no pretendía narrar sino entender. Lo hacía gracias al prodigioso don de las palabras. Persiguiéndose unas a otras sin un continente yo capaz de apresarlas, revelaban el mundo a mi alrededor. 

Hoy éstas y aquéllas gritan por un lugar a propósito, no importa si las atestiguan o tiran a locas. Lo que vale es el paseo por nuestra Calzada de los Misterios.
Existe la susodicha. Búsquenla al norte de esta ciudad capital y mirando donde indican y tierra abajo encontrarán con cuánta razón lleva el nombre.

T
Quizás pretendía una redición de la fortuna de mis quince años escapando del miedo, para llevarla a buen término y reparar el fracaso de entonces. La búsqueda de la princesa resultaba, pues, imprescindible. Como en el tiempo de creer que el cosmos se columpiaba en mi hamaca, en una casa sobre la falda de la montaña, la eterna primavera alrededor, y abajo, tras el hermoso jardín, una ciudad más o menos pequeña.
Las circunstancias me permitían ser un padre menos difícil, casi bueno, y con un cheque modesto pero en sólida moneda extranjera y religiosamente a fin de mes, cuánto de fantástico estímulo recogía entre semana iba el viernes por la tarde a explayarse a la gran capital.
El hacedor de milagros me creía y decidí seguir los pasos de V, quien un buen día dijo Total, y aunque muriera en el trayecto se entregó perdidamente a una de esas criaturas cinceladas en el alma por las películas y los boleros de la vieja época. La esquiva, pues, siempre como de noche, con un cigarro en la mano recargada en el piano que cantaba sólo para el lujo de ella, de su par de satánicos ojos prometiendo estrellas y sangre, pongamos a lo dramático.
Mis gracias no daban mayor resultado por sí solas, de modo que el empeño fue inútil hasta que un par de amigos crearon una aureola en torno mío y me condujeron a un lugar frecuentado por mujeres hermosas, despiertas, eufóricas a su vez. Una mañana escuché una voz y levantando la cabeza encontré frente a mí a quien parecía cumplir a perfección los requisitos de mortal dama o su remedo.
Tenía bastantes años menos que yo y se me dio el equivocado informe de que estaba separándose de su pareja. De saberla, la verdad me habría detenido, pero llegó tarde y contribuyó a colocarme exactamente donde quería.
La joven era o parecía, pues de ella no conocí nada en verdad, una explosiva mezcla de altanería y piedad y había una universal procura de sus favores o sus sonrisas. Al mes de coqueteos que sin duda consideraba naturales y así para mí infructuosos, renuncié a la posibilidad con un aire de tristeza que la conmovió.
Esa noche fuimos a donde habría de consumarse el entendimiento, para terminar en los escalones a la calle con la ternura de mi hombro ganando el derecho a abrir las puertas de ella por algo más que un rato.

La joven no tenía modo ni ganas de evitar ni el amor por su compañero ni la soberbia infinita, y tuve que emplearme en regla, no importa cuán a solas plañidero y extraviado me volviera. De modo que aquello se convirtió en una ruda pelea, ejemplificada en el regreso de un paseo a las afueras. En su auto toda ella gritaba alternativamente y sin parar Quédate para siempre y Casi no contengo el vómito, ¡baja!
Años después me vendría un placentero sueño. Era la extensión de la vez en que rumbo al cine, al volante y contra su bravucón estilo, sin motivo pidió escogiera la ruta y como una niña a la deriva remató con lo que los días siguientes confirmarían:
-Vamos por dónde tú quieras.

Pasión
  
PASIÓN
Era con quien al fin cumplir el sueño y no sólo por su asombroso instinto sexual. El tiempo se emborrachaba en ella, trastabillando hacia adelante y atrás o sin moverse un milímetro, entonces infinito.
Como una cámara enfocaba, crecía y disminuía a capricho los trazos de la realidad, y vórtice absorbía el alrededor o lo contagiaba. No era raro que produjera temor o un irresistible apetito, y así oferta de eterno viaje en la pasión corrí tras ella apenas se me insinuó.
Los cercanos no entendieron mi maniática nostalgia luego de dejarla marchar y por pudor oculté los desbordes de la imaginación, consciente de cuán lejos habría ido de tenerla todavía.
Era ya por entero imposible cuando encontré el camino que pudo conducirnos a la plenitud durante el breve momento antes de que nos llevara el diablo. A seis mil kilómetros le envié el correo cuya respuesta me hizo temblar de calor y de frío:
"Sí, jugabas a poseernos hasta las últimas consecuencias hurgando en las sombras de la intimidad, las mías hechas de cumplidos rincones de deseo y las tuyas de fantasías. Y sí, ¿por qué la ira cuando a tu lado escapaba imaginariamente hacia otro, confesándolo? No te equivocas, de haber acompañado mi vuelo..."
Escribía sin emoción y me sentí como el único episodio que borró del pasado. No importa, si fui quien abrió las puertas para la verdadera apuesta, a la manera de éste y el resto de los días, a solas y no pues con el olor le robé el secreto, aquí anda, con sus fugas entre nuestros cuerpo a cuerpo, más mía.
FF:jJf-