martes, 17 de noviembre de 2020

La guerra por el día

 El diario asesinato del deseo, lo llamo y es algo más, ostensible.

Parecería absurdo que me gustaran tanto las autobiografías cuando durante mi primera juventud hacia ese largo viaje al cual acostumbro referirme. (Mal empiezas, yo, renunciado al tono que te conviene.)

Porque no buscaba en ellas caminos personales. ¿El sexto barón de Byron, por ejemplo, guiaría al adolescente  mexicano de clase media? ¿O Balzac, obsesionado con la manipuladora condesa Hanska tras quien cometería errores financieros en cascada, si sin arriesgar ochavo -jeje- yo tenía una correspondiente -permíteme exagerar, Ana-, libre y translúcida -ya estás reivindicada, jeje.

Para estar en época, no en aires, con un intérprete mamonzón, jeje. Advierto otra vez: de música culta no sé ni madres. 

Me atraía la cotidianidad sin elaboración, que en términos dramáticos encontraba por otro lado. El gran conocimiento venía de alrededor mío, claro, con su sencilla aspereza.   
 


FF:jJf-