domingo, 1 de noviembre de 2020

1971. El renacimiento del sueño

 Estoy perdido buscando en México 1971. Hago aparte indicios de esto y lo otro por encontrar a quien todavía parece insustancial. Se llama Alfredo Ríos Camarena y si faltan pocos años para que se le persiga como el "enemigo público número uno", hoy... no preciso. 

Un artículo posterior entrevista a sus compañeros. "Lo hicieron cabecilla y ahora todos se quieren pasar de chorizos (vivos) con él; era buena onda, buen elemento y mejor tirador. Si alguien tiene la culpa, es el mismo gobierno." Causó baja del ejército y eso quizá explica muy poco, a menos que antes se dedicara al robo rapiñero. ¿Sí? ¿No estoy siguiendo una historia de mucho más tarde? Bueno, atinaría, siendo ambas estructurales. ¿Ya ahora?   

Vamos tras el mero botín, pensaron los padrecitos revolucionarios al echarse a la bola. ¿Así de descarados desde el principio? A saber. En todo caso eso hicieron al triunfar, ellos y su chiquillada vuelta caciques locales, ¿hasta de pueblo y barrio? Institucionalizados, pues, como cabos, sargentos o tenientes o formando membretes obreros y campesinos.

-Aquí las mafias no nacieron fuera del Estado -insiste mi cabeza. -Extrapolas -matiza luego.

Ando sin brújula queriendo ubicar cuándo puede empezarse a hablar de crimen organizado que se asocia al poder y desatiendo al hombre más significativo a la mano: Manuel Díaz Escobar, "encargado de reclutar y entrenar a jóvenes de barrios marginados, así como militares en activo o desertores del Ejército", durante septiembre de 1968 o algo por estilo. Halcones, les dicen ya quienes conocen el asunto en enero o febrero, pongamos, 1970, recuerdo.

Doy una vuelta para topar con esa apasionante historia relacionada con los orígenes de la Liga 23 de septiembre, cuya pista siguieron en Guadalajara entre sus colonias perièricas.

-¿Dónde quedó? -pregunto buscando el archivo. 

¿Realmente importa? ¿Por qué no voltear, mejor, a los venes con quienes Jesús se acerca al pueblo animado por el movimiento estudiantil y consignas maoístas? 
"Se calcula que La Mano negra perpetró por lo menos 10 mil asesinatos..." Necio, vuelvo al asunto con este brazo armado de los latifundistas veracruzanos en los años treinta, que se relacionó, vaya a saberse bien cómo, con Miguel Alemán.

Ya avizoraban nuevos tiempos, entonces: Sino robas, matas, secuestras, desde el poder, hazlo a su amparo; un día, no olvides, te necesitará de socio y cobrarás según Dios manda. 

Porque, sí, Ríos Camarena perfectamente podría enrolarse hoy con quienes dirige Díaz Escobar. Pero no hay futuro en eso. Simples ganapanes producirán los Halcones. A él desde el Batallón de Radiopatrullas del Estado de México (Barapem) le aguardan millones, convirtiendo al secuestro en lo que debe: una industria. Pagará caro, como traidor, en palabras del finísimo Negro Durazo (https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mochilazo-en-el-tiempo/las-historias-de-tortura-de-el-negro-durazo).


El Partenón de Durazo.

En 2020 un periodista escribe la biografía de Gerardo García Luna y al preguntarle cuándo se descompuso el sistema contesta:
-Siempre fue así.
¿Desde qué momento vale decir siempre, quiero saber? ¿Sabrá responderme?
Hay memorias de corto alcance, también en 1971, año parteaguas a medias, pues el 10 de junio precipitará lo iniciado en 1959, con la dictadura perfecta escalando a grados que no son inusitados al considerar como evolucionan los modelos posrevolucionarios. 
Para entonces izquierda y derecha del régimen llevan rato definiéndose. No más tratos con la primera, dicen ya la Asociación Cívica Nacional Revolucionario y el Partido de los Pobres, ambos guerrerenses, y las guerrillas urbanas, el estudiantado yendo hacia los sectores populares; Demetrio Vallejo, el Frente Auténtico del Trabajo y otros referentes obreros; las Comunidades Eclesiales de Base y ese terco campesinado indígena y de México Profundo cuyas luchas no pararon durante quinientos años. 
¿Lázaro Cárdenas murió recién, dándose cuenta de ello? 
Santa Utopía a secas, sin "nacionales" matices, vuelve a cabalgar, llevando detrás al Partido Liberal Méxicano, el Ejercito Libertador del Sur, Pancho Villa y su gente, el agrarismo y el sindicalismo revolucionarios crecidos en los años veinte y al Partido Comunista.          

 




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